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Los quimigramas de Fanny Béguély, entre dominio y azar

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01 de abril de 2017, por Lunettes Rouges

  
(artículo original en francés, aquí)



Fanny Béguély, Chimigramme 24×30.5 cm, 21 de enero de 2014, Papel Oriental New Seagull Select, col. privada




Cuando se trata de fotografía que no es convencional o experimental, el espectador, que a menudo se queda perplejo ante las imágenes que ve, se interroga sobre lo que representan y también quiere entender como se hicieron, a través de que procedimiento más o menos mágico el artista lo logró. No solamente quieren admirar las imágenes también quieren descubrir el secreto de su fabricación; como lo sugería yo a propósito de Adam Fuss, puede que esta curiosidad no sea la buena manera de visitar una exposición, o en todo caso puede que sea lo menos interesante, pero nos cuesta trabajo escapar de ella y nos arriesgamos a que la mecánica nos haga perder de vista la magia. 




Fanny Béguély, Quimigrama 18×24 cm, 18 de agosto de 2015, Papel Kodabrom, col. privada



Y, precisamente, las obras que Fanny Buéguély expone actualmente en la galería Jitterburg, impactan por su extrañeza incluso antes de que las hayamos definido y caracterizado, impactan por sus curvas atormentadas, por su apariencia de textura granulada, por las esquirlas que parecen taladrar la superficie, por los colores que se adivinan, por las chispas y los reflejos que las recorren, por las gotas de luz que las iluminan. Excepto una mano, forma reconocible, vemos torbellinos, fragmentaciones, infiltraciones orgánicas (¿estaremos frente a macro fotografías seudo científicas de organismos vivos?).
Esas imágenes objetos no muestran nada más que ellas mismas, se liberaron de toda representación del mundo, no son huellas de lo real sino testimonios de su propia gestación.




Fanny Béguély, Quimigramas, vista de exposición



En una pared, un conjunto de un centenar de formatos pequeños muestra diferentes variaciones en blanco y negro, compilación misteriosa de formas que se encajan, se completan y se abren espacio, como un entramado de arbustos atravesado por la luz.



Fanny Béguély, Quimigrama 18×24 cm, 7 de agosto de 2015, Papel Kodabrom, col. privada



Si le cogen las ganas, podrá leer, o la artista le explicará que se trata de quimigramas por el estilo de los que inventó Pierre Cordier seguido por Gundi Falk, que se obtienen jugando con la luz sobre papeles fotográficos bañados con revelador, fijador, y otras sustancias estimulantes o protectoras : una escritura tanto con química como con luz. Si usted sigue insistiendo, comprenderá que la suavidad de los tonos viene del hecho que a menudo, esos papeles, se han pasado de fecha (como los de Alisson Rossiter), entonces, su sensibilidad a la luz se ha ido debilitando con el tiempo; la preocupación (una incongruencia en la época de la instantaneidad y de la autofoto en tiempo real) de una dimensión temporal de la fotografía se manifiesta también por el hecho de que ciertas obras se fijaron mal a propósito y se irán desvaneciendo lentamente con el tiempo.




Fanny Béguély, Quimigrama 18×24 cm, 5 février 2015, Papel Kodabrom, col. privada



Más allá de la técnica, el elemento importante de la fabricación de las obras es la implicación física del artista : mientras la fotografía clásica utiliza la mayor parte del tiempo el ojo y el dedo, Fanny Béguély implica aquí todo su cuerpo :
no solamente el gesto del pintor o del grabador para aplicar los productos sobre el papel, algunas veces con las manos desnudas para obtener una mejor sensación háptica, sino también la performance coreográfica ritual que la hizo realizar en un día la pared de formatos pequeños. Muy a menudo la artista trabaja a tientas, incapaz de saber con anticipación qué imagen obtendrá (aunque sigue y documenta un proceso científico riguroso) y concilia su dominio del proceso con la intervención del azar. 


Fotos cortesía de la artista


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Liviandad y transparencia, dos alquímias

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02 de abril de 2017, por Lunettes Rouges

  
(artículo original en francés, aquí)


Joana Escoval, Each definition, a kind of death, (Fiducia incorreggibile), 2017, Brass



Dos exposiciones vecinas en Lisboa, dos inauguraciones el mismo día, dos escultores de la misma edad. La una, Joana Escoval (en la galería Vera Cortês hasta el 29 de abril), que ya me había interesado, disemina pequeñas esculturas elegantes y discretas en el espacio de la exposición, que entonces, parece inmenso y vacío. Algunas obras parecen flotar en el espacio, otras, en la pared, parecen invisibles; otras están esparcidas por el suelo según un esquema riguroso y aleatorio a la vez, y uno teme tropezarse con ellas sin darse cuenta, tal es su aparente fragilidad. Alrededor de ellas está dibujado un recorrido como acarreado por un hilo invisible. Todas parecen apenas reales, elaboradas cuidadosamente, como suspendidas en el espacio y el tiempo.



Joana Escoval, I forgot to go to school yesterday. Spirit trail, (Fiducia incoreggibile), 2016-2017, Silver, copper, gold



Es que Escoval es una alquimista sin igual, que maneja el cobre, el latón, el oro y la plata, que compone aleaciones mágicas en armonía con su entorno. Pedro Barateirocuenta una caminata al Stromboli en la que los participantes experimentan la interacción entre los metales y sus obras, como una sinfonía telúrica. Hasta en el espacio de la galería, son obras que crean una repercusión en el espectador, no una contemplación meditativa, sino una familiaridad cómplice : no son objetos de arte que se miran simplemente, son obras hechas para convivir.



Edgar Pires , Restless until it becomes gold, 2017



Un poco más lejos, en el espacio Appleton Square (hasta el 6 de abril), Edgar Pires (que me había llamado la atención) presenta dos conjuntos complementarios : arriba, cinco placas grandes de vidrio suspendidas que fueron cubiertas con limadura sacada de una barra de hierro y proyectada con violencia sobre el vidrio. Las sombras trazadas así flotan en el aire, se superponen y construyen alrededor de ellas un espacio por el cual circulan nuestros cuerpos, se miden y se funden en la transparencia.




Edgar Pires , Restless until it becomes gold, 2017



Abajo, cuatro placas puestas contra las paredes combinan hierro oxidado y vidrio; allí se dibujan manchas de tonos metálicos. Hemos pasado de cielos nublados a infiernos maculados, de la liviandad etérea a la pesadez subterránea, de la confrontación corpórea a la contemplación estática. Pires es también un alquimista, que, con materiales sencillos sabe hacer brotar el espíritu.

Fotos Escoval : Cortesía de la artista y de la Galeria Vera Cortês. Foto: Bruno Lopes
Fotos Pires del autor


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Nostalgia pos-sesentayochista

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01 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)





Michel Journiac, Homenaje al maldito desconocido, 1973, f. Thierry Ollivier




Está claro que la exposición sobre las contra-culturas de 1969-1989, que irónicamente se intitula El Espíritu Francés (hasta el 21 de mayo en la Maison Rouge) le gusta a cualquiera que haya vivido esos años, pues revive estímulos nostálgicos y pesares por no haber conocido eso o aquello. Hacen alarde de idealismo, nihilismo, humor y tragedia, insolencia y hedonismo, y cada cual se puede identificar, ya sean los viejos rememorando sus aventuras o los más jóvenes soñando con momentos utópicos de libertad. Desde ese punto de vista que yo calificaría de "marketing", es una exposición muy bien lograda. ¿Quién puede quedarse indiferente ante la cronología que abarca desde Gabrielle Russier hasta la caída del Muro de Berlín, pasando por la ley Veil, la muerte de Mesrine y la elección de Tonton? ¿Quién no pasaría horas mirando aquellos 
fancines olvidados, aquellas pasadas historietas, escuchando a cantantes desaparecidos?




Pierre et Gilles, Marie-France, 1980




Todo esto crea una exposición esencialmente documental, cercana a la realidad, sin tomar mucha distancia. Son raras las obras que artísticamente resisten a la prueba del tiempo : Journiac es prácticamente el único que sale favorecido por esta exposición junto a Molinier y Pommereulle (además de la instalación sobria y loca de Claude Lévêque, en el sótano). El 95% de las obras presentadas ya no tienen sino un valor documental, y es verdad que transcriben bien una época, pero solo contienen la densidad del papel de un cigarrillo : Jean Yann, Coluche, Topor, etc. ya no pesan sino por los viejos recuerdos que tenemos de ellos. Y el retrato por Pierre et Gilles de la travesti Marie-France es el ejemplo más claro, una obra fácil y sosa que han tomado en todas partes. 




Fotos de la Marche des Beurs (marcha por la igualdad y contra el racismo, 15 de octubre – 3 de diciembre de 1981)




Aceptemos entonces esta exposición como una exposición documental y no estética. Así podremos cuestionar la parcialidad de los comisarios, que seleccionaron cosas terriblemente parisinas (ah!, toda una pared sobre el Palace..), su visión estrecha desde cierto microcosmos, el mismo con el que a propósito se identifican. Los temas demasiado numerosos apenas si los tratan, cada uno en la sección que le dedican : a ver, un poco de feminismo, una pizca de radios piratas, tres palabras de la escuela alternativa (peor que en otras partes) ... y necesariamente vemos lo que hace falta, lo que excluyeron : la provincia, casi ausente; enfocan los barrios periféricos desde un punto de vista meramente urbanístico; las poblaciones derivadas de la inmigración se ven únicamente a través del prisma de la Marcha de los beurs (que entre paréntesis, se la apropiaron rápidamente los que nos trajeron adonde estamos hoy). Y no hay dimensión internacional alguna : quedémonos entre nosotros. 

Leer Maxence Alcalde, más elocuente que yo sobre los vacíos de esta exposición. 



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El paraíso perdido

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02 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí) 





Le MAAT vu du Tage




¡Qué bello ese nuevo edificio! Al lado de la antigua central eléctrica transformada en museo, EDP (Energías de Portugal, cuyo accionista principal es chino) ha construido el museo de arte, de arquitectura y de tecnología a través de su Fundación, con la arquitecta Amanda Levete. Parece una ola, suave y luminosa a orillas del Tage. Esto en cuanto a la caparazón. ¿ Qué hay en el interior ? Para empezar, durante varios meses, nada : la inauguración en octubre de 2016 no fue una inauguración, y fuera de una cosita sin mucho interés de Gonzalez-Foerster, el museo estuvo vacío (y cerrado la mayor parte del tiempo) hasta hace un mes.





Alain Bublex, Paysage 81 (Fantôme Plan Voisin de Paris – V2 Circulaire secteur C6), 2009




En la actualidad el espacio del edificio nuevo está ocupado por una exposición sobre la Utopía (hasta el 21 de agosto). Es un espacio difícil de amueblar con salas de formas encorvadas e irregulares : la estética arquitectural parece haber prevalecido sobre la eficacia museística (pero no soy experto en museología, es solo una impresión). ¿ Qué es la utopía hoy ? se preguntarán ustedes, pues tendrán solo una respuesta parcial totalmente dominada por la arquitectura y el urbanismo. No es sin interés, a menudo demasiado técnico (para el que no sea arquitecto pues hay cantidades de maquetas y planos). Vemos a los "sospechosos de siempre", Alain Bublex (hay además una muy buena crítica del plano Voisin y de las tendencias normativas, de Le Corbusier), Gaillard, Faustino, etc. Y ¿ qué se hicieron las otras utopías, filosóficas, morales, sexuales, políticas, feministas, ecológicas, incluso agrícolas ? ¿ Debe reducirse todo a la ciudad, a su plano, a sus construcciones ? 
Sin embargo no era el material lo que faltaba, de Moore a Houellebecq. Es una pena.






Hector Zamora, Ordem e Progresso, foto M. Lenot, 22 de marzo de 2017


Hector Zamora, Ordem e Progresso, f. M. Lenot, 23 de marzo de 2017



Hector Zamora, Ordem e Progresso, f. V. Parravicini, finales de marzo de 2017




En el centro del edificio hay una sala ovoide, como una mandorla en la que las líneas delicadas conducen hacia el proscenio : sin duda el lugar interior más bonito del museo. Hasta hace algunos días el piso de éste estaba lleno de residuos de madera. El día de la apertura había siete barcos tradicionales de pesca, en más o menos mal estado. Al día siguiente, 25 obreros, todos negros, de overol azul y casco blanco, llegaron para destruir los barcos muy profesionalmente, ni con rabia ni frenesí, en el ruido y el polvo. Esta instalación/performance de Héctor Zamora se entiende a menudo según temas económicos o sociales. Yo veo sobre todo una apología de la ruina, del desastre, una verdadera distopía, precisamente : destruimos nuestras naves, ya no hay forma de retroceder, no hay salvador. Se perdió el paraíso encantado.






Nuno Nunes-Ferreira, Una vez mandé 16 cartas en un solo día. Me dijeron que el cartero había pasado tres veces a su casa ese día, 2015




Para terminar, en el edificio antiguo que vi rápidamente, la exposición "Lo que soy", a partir de la colección EDP de artistas portugueses es bastante dispar pero tiene obras interesantes sobre la identidad, en particular de Sao Trindade (su cuerpo abandonado, tirado en el suelo, casi muerto) y de Nuno Nunes-Ferreira (un archivo de cartas de su padre, soldado en Angola, a su madre).



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Paisajes místicos, hallazgos nórdicos

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06 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges

(Original en francés, aquí)




Henri-Edmond Cross, Las islas de Oro, 1891 1892, Orsay




Al principio de la exposición Más allá de las estrellas en el Museo de Orsay (hasta el 25 de junio), uno se siente un poco raro ante la abundancia de celestial, de misticismo, contemplación y vértigo psicodélico. Es cierto que la abstracción nos invita a la contemplación, y que el all over puede ocasionar visiones, estoy de acuerdo, y que el simbolismo refuerza lo místico, claro que si. Se introduce en la mente de manera insidiosa y bajo la apariencia de paisaje místico, la idea de que estamos asistiendo a una parada de la anti razón y de un arte orientado (extendiéndose bastante) para provecho de posturas que se ubican entre ocultismo y religiosidad más o menos paganos. No es que los cuadros de las primeras salas no sean interesantes, muy al contrario : Monet, almiares, catedrales, y nenufares, van Gogh y Gauguin, Maurice Denis y Henri-Edmond Cross (la descomposición pictórica de Las Islas de oro, centelleante y como ingrávida), y muchos más, pues al Museo de Orsay nunca le cuesta impresionarnos con este periodo. Pero algo me recuerda el catecismo, cuando el capellán nos explicaba que la belleza del mundo era la prueba de la existencia de Dios...




Frederick Varley, Temprano en la mañana : La montaña de la Esfinge, hacia 1928, col. McMichael Kleinburg




Y de repente, en la cuarta sala, uno se despierta, se estira, se entusiasma. ¿Quién conocía a esos pintores canadienses? ¿Quién no había visto nunca ni siquiera un lienzo pero sí escuchado el nombre de Emily Carr, cuyos efectos atmosféricos, juego de luces y cercanía con las culturas "primitivas" aportan tal energía, tal viveza, tal brillo celeste? ¿Quién había visto una montaña de Frederic Varley, magma incandescente y fuerzas telúricas de colores acaramelados de principios del mundo, o un pico nevado de Lawren S. Harris (arriba) construcción geométrica pura y radical? ¿Quién sabía que el pintor Tom Thomson con sus auroras boreales atormentadas se había ahogado a los 40 años en el lago Algonquin que tantas veces había pintado?




Lawren S. Harris, Isolation Peak, hacia 1929, U. Toronto



El verdadero hallazgo de la exposición es la sala en la que vemos juntos a Strinberg (un cuadro de doble faz, muy material y con olas atormentadas) y a Holder, no solamente por los artistas que descubrimos en ella (hay tres libritos Firefly en venta en la librería del museo si quieren saber más aunque brevemente) sino también porque es en ella que el tema del paisaje místico desarrolla su sentido verdadero. 
Lo que a menudo en nuestras latitudes parecía demasiado artificial y superficial, en el Gran Norte se despliega con mucha más facilidad. Cercanía con una naturaleza brutal, herencia de los Primeros Pueblos, fragilidad humana, desenfreno de los elementos, todo conduce a una experiencia mística que uno se imagina más veraz que bajo la clemencia de nuestros cielos.  




Eugène Jansson, Riddarfjärden à Stockholm. 1898, National Museum Stockholm



Ya estamos de mejor composición para el resto de la visita. Aunque en la sala siguiente consagrada a las noches, las vistas nocturnas de las montañas de Assis del franciscano Charles-Marie Dulac parecen imágenes de catecismo, diáfanas y lisas, los lienzos del sueco Eugène Jansson tienen en cambio una fuerza asombrosa : juegos de luz en el agua, liviandad vaporosa, torbellinos acuáticos, no menoscaban al lado de la Noche con estrellas de van Gogh. 




Edvard Munch, El Sol, 1910 1913, Museo Munch Oslo



Después de unos lienzos con paisajes de guerra (entre los cuales unos Paul Nash angulosos y rítmicos) que sólo tienen una lejana relación con el tema de la exposición (paisaje material y brutal, en las antípodas de lo místico, pero de calidad), la última sala nos conduce a un cosmos de ensueño : el sol de Munch nos irradia como una bomba atómica y el lienzo casi abstracto de Hilma af Klint nos lleva hacia la teosofía y el espiritismo. Ha desaparecido el paisaje sólo queda el espíritu. Al principio exposición no tiene mucha gracia pero termina muy bien.




Vista de la tienda de la exposición Jardines



Del paisaje al jardin no hay sino un paso. Entre la calidad de la exposición de Orsay y la literalmente pobre exposición Jardines en el Grand Palais (hasta el 24 de julio), hay un abismo. Es una exposición correcta desde el punto de vista hortícola, con sus cacharros diversos (400 muestras de tierra, álbumes botánicos, xilotecas, etc.) y su tienda de útiles para el jardin a la salida (arriba), pero intelectualmente, estéticamente, no es de buen nivel : hay algunas obras de calidad (un Kudo pequeño, fotos poco conocidas de Paul Strand) perdidas en una masa mediocre y comercial (joyas de van Cleef & Arpels y Cartier en la exposición no en la tienda...). Todo lo que se parezca a una planta está bien para sacar provecho (Magritte, Giacometti, Richard Lang), aquí el jardin no es sino un decorado, lugar para fiestas o decorado para ruinas : no hay nada sobre la dimensión mística del jardín medieval, nada sobre las ciudades jardín o los jardines obreros y su papel urbanístico, nada sobre los jardines árabes, orientales o persas : aquí el jardin es únicamente francés y burgués, creado solamente para el placer. Para muestra el hecho de que hayan comunicado sobre la exposición con el retrato (por Emile Claus) de este humilde y entregado servidor. Mejor cultiven su jardin.


Fotos cortesía del Museo de Orsay excepto la segunda y la última (del autor)


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Francisco Brennand, megalomanía, cerámica y tropicalidad

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09 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges 

(Articulo original en francés, aquí)





Oficina Brennan



Salvo en el arte marginal (el cartero Cheval Filippo Bentivegna), es bastante raro que un artista decida ocupar un terreno de gran tamaño para exponer en él sus obras, y en general, a los que les da esa locura tienen los medios para hacerlo al tiempo que confrontan su trabajo con el de otros artistas, como por ejemplo Daniel Spoerri en Toscana. Claro que hay museos y coleccionistas que pueden organizar un parque de esculturas con un solo artista, como por ejemplo el jardín Barbara Heptworth en la Tate St-Yves, o más extraño, el Sacro Bosco del príncipe Orsini en Bomarzo. Y es verdad que un artista puede abrir al público su taller al aire libre, como Anselm Kieffer. También hay instalaciones específicas de Land-Art (como las de Walter de MaríaJames Turrell, ...), pero el único ejemplo que recordé ese día, fue el de una artista creadora de un gran espacio, el jardín de los Tarots de Nicki de Saint-Phalle, igualmente en Toscana. Ese día yo estaba en los alrededores de Recife, a orillas de la selva atlántica difícilmente preservada y descubrí un lugar extraordinario. Francisco Brennand, heredero de una rica familia de Pernambouc (no confundirlo con su hermano Ricardo que igualmente rico construyó cerca un parque-museo que no visité pero que me describieron como una especie de Disneylandia medieval) ha transformado desde 1971 una antigua fábrica familiar de tejas y ladrillos en un lugar de exposición de sus obras y únicamente de ellas, en un área de 15km². 



Oficina Brennand



Es una puesta en escena extraordinaria de su trabajo escultural, esencialmente de cerámica, un templo lleno de símbolos y de huellas de rituales con las marcas de una tropicalidad pagana y sensual. Todo está hecho para inspirar pavor y admiración, inquietud y asombro. Uno se pasea en medio de columnas fálicas coronadas con seres híbridos, se cruza una capilla de cúpula azulada en la cual flota un huevo primordial,  bordea una alberca en la que cisnes negros de verdad protegen abstracciones calipigias. Todo está marcado con el sello del maestro, una especie de campana con un triángulo arriba (evitemos todo simbolismo de baja gama ...). Una obra en curso desde hace 45 años. 



Oficina Brennand, Amarradas, 1981



Uno se maravilla y luego se interroga. Ese hijo de buena familia nacido en 1927, luego de una primera formación en Recife (especialmente con Alvaro Amorim y Abelardo da Hora) pasa tres o cuatro años en Francia (en donde fue allegado a Léger y Balthus) y en Italia en donde admira a Masaccio y a Piero della Francesca; perfecciona su técnica de ceramista en Deruta. Más allá de la técnica su estadía en Europa parece haber tenido una influencia limitada en su escultura pero no en su pintura. No creo que se hubiera vuelto tan célebre únicamente por sus lienzos, según lo que muestran en una de las construcciones del complejo : muchísimos desnudos bastante insípidos, sin calor ni fuerza, y unos paisajes de los que los mejores recuerdan algo los colores sosos de Munch. Solamente algunos lienzos llaman la atención, como unos cuerpos amarrados bastante evocadores de su erotismo pagano y brutal. 




Oficina Brennand



En cambio, su estadía europea y su cultura le inspiraron una infinidad de temas para su escultura : mitologías hebraica y griega, historia romana, pero también Juana de Arco, Paulina Bonaparte, Cyrano de Bergerac o Marat que aparecen en los títulos de sus esculturas. Brennand utiliza todo lo que tiene y se inspira de temas muy variados. 



Oficina Brennand



La hechura de sus esculturas de cerámica y su instalación ya no tienen nada que ver con el Viejo Continente. Allí no es más que exuberancia, motivos vegetales y abundancia de animales tropicales, paganos, desenfrenados. Vemos una forma de sincretismo, de antropofagia, de interpretación de la cultura antigua con nuevas formas, muy impresionantes y hechas para ello. El observador atento encontrará una forma que le recuerda a Picasso, o una plástica a la Brecker, incluso un ala a la Brancusi (también hay una columna sin fin), pero todos esos ecos se diluyen en una estética que los devora y asimila. 



Oficina Brennand



El asombro se instala cuando uno se interroga sobre la cultura brasileña : en este estado en donde el cultivo de la caña de azúcar fue sinónimo de esclavitud hasta finales del siglo XIX (no sé el origen de la fortuna de su familia), nada en absoluto evoca ni siquiera por casualidad, la cultura afro brasileña, sus formas o símbolos, juzgados sin duda indignos de figurar en su visión artística. 



Oficina Brennand, templo del Sacrificio



En cuanto a la cultura indígena, los amerindios no están presentes sino en una de las últimas construcciones del lugar (arriba), y no son los indígenas del lugar poco dignos de interés, sino dos grandes emperadores caídos, el azteca Monteczuma y el Inca Atahualpa, muchos más nobles que los pequeños jefes tupí-guaranís. Este distanciamiento de dos franjas importantes de la constitución del Brasil moderno no son para nada extrañas cuando uno conoce el desprecio de tantos brasileños por esas culturas populares. Brennand se libera del eurocentrismo tan común en su generación pero no llega a aceptar las culturas locales y se contenta con una tropicalidad como debe ser, que se limita a la fauna y a la flora. 



Oficina Brennand



Es un enfoque bastante sorprendente el que adoptó Brennand en el templo erigido en su honor : auto glorificación que no deja espacio para nadie más, ni influencias, ni pares, ni discípulos, una especie de autismo auto centrado, una postura que no tiene en cuenta las culturas locales solamente las formas, de cierta manera es una especie de hidroponía. 



Oficina Brennand, Caín



El hecho es que es una obra apasionante en un lugar fascinante. La cerámica se revela in situ, como arte del gesto, de la materialidad, de cierta brutalidad creativa, mucho más que en un museo clásico. Brennand no es muy conocido en Europa : una estancia en Venecia en 1990, exposiciones en Londres en 1989, en Berlín en 1993 y en Oporto en 2001; hay algunas estatuas en parques con esculturas o exposiciones colectivas y es prácticamente todo. 




Francisco Brennand, Batalla de los Guararapes, Rua das Flores, Recife



En el centro de Recife, un fresco de cerámica de Brennand (en bastante mal estado) celebra la batalla de los Guararapes contra los holandeses en 1648, con una forma que recuerda los tapices de Bayeux, una imagen que se despliega a lo largo de unos veinte metros. Es divertido ver la bandera brasileña actual (que existe desde 1889) empuñada por los soldados portugueses. 

Marc Lenot es el autor del blog Lunettes Rouges.

Fotos del autor. 


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Ruinas halladas e imágenes perdidas

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12 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges

  
(artículo original en francés, aquí)




Palais du Marquis de Pombal (Carpe Diem)




Uno de mis primeros hallazgos en Lisboa fue este centro de arte instalado en un viejo palacio decrépito y la calidad de una exposición en armonía perfecta con el espíritu del lugar. El frenesí inmobiliario que ha acaparado esta ciudad hace que tendrán que mudarse y que la exposición actual es su canto del cisne, hasta 
el 24 de junio. Luego, habrá un hotel de lujo más.




Wolfgang Wirth, Speigelkabinett, 2017




En esta última exposición, tres artistas ocupan una hilera de salas, y hacen revivir las ruinas, les dan sentido e intentan de manera irrisoria reanimar su esplendor pasado. El austriaco Wolfang Wirth cubre con espejos las paredes de un salon y crea así una realidad ampliada, juega con las asperezas y los defectos, los magnifica, no los disimula. 



Miguel Branco, ST (Air 1 & 3), 2012




El portugués Miguel Branco (cuyos ídolos había admirado) decora las paredes con grandes fotografías inquietantes de insectos diáfanos cuya belleza inmóvil evoca los fotogramas de Talbot; un armario de vidrio presenta jarrones de bronce con pátina. Es como estar entre el museo público y el gabinete de curiosidades privado, entre el recuerdo del interés científico del Marqués y la mirada distraída de los futuros huéspedes del hotel sobre la pintoresca decoración de sus habitaciones.




Michael Huey, Boy’s Room, 2017 & Damaged Boy, 2014



La última pieza, más íntima, es una habitación que el artista estadounidense (que vive en Austria) Michael Huey le ha consagrado a un muchacho. Ha tapizado las paredes y el suelo de fotografías encontradas del niño, que datan de los años 20 : una imagen obsesiva, embrujadora, un lugar nostálgico, y que no podemos imaginar más melancólico. Huey está familiarizado con la reutilización de documentos de imágenes pasadas, ya sea porque las ha encontrado o porque proceden de los archivos familiares. En otra sala, un bloque de papel, tan macizo e imponente como un Specific Object, es la aglomeración de hojas de la agenda de su tío abuelo, una existencia marcada por las citas, una vida disimulada bajo las apariencias.



Michael Huey, Ancestress, 2014



Los mismos tres se encuentran en la galería Joâo Esteves de Oliveira (hasta el 9 de junio). Ya no se trata de ruinas sino de imágenes perdidas y de su restitución, como bien lo explica el texto de presentación de Bernardo Pinto de Almeida.Michael Huey trabaja sobre las huellas de imágenes fotográficas : si según la teoría del índice (Philippe Dubois et Rosalind Krauss), la fotografía es una huella de lo real, ¿qué decir cuando la fotografía ha desaparecido y que solamente queda la huella que ha dejado? Huey nos presenta las huellas de las fotografías desaparecidas sobre las hojas de papel de calco de los álbumes en donde se conservaban y las anotaciones que las describían, nos muestra un daguerrotipo cuya imagen ha desaparecido, una acuarela sobre marfil cuya imagen ha sido borrada por un accidente lamentable. Juega con los fantasmas, las ausencias, las carencias; todas esas fallas memoriales en las cuales la imagen borrada de lo real, borrada del recuerdo ya no sirve para nada. Esas no-imágenes reducidas al estado de huellas nos recuerdan la obra de Paolo Gioli, sobre el revés retocado, Sconosciuti, y los mártires borrados de Hadjithomas y Joreige, pero en el caso de Huey la reflexión sobre la esencia fotográfica predomina. Lo que veo, por mi parte, es una transposición del proceso negativo/positivo, de la migración original de la imagen fotográfica de un soporte (película) hacia otro (papel), que en este caso se habría desajustado : la imagen de encima representa la impresión, detrás del cartón de una fotografía tarjeta de visita, de otra fotografía que estaba debajo del paquete, como el paquete se movió la imagen es multiple, fantasmal, espectral. El grano 
hace pensar primero en la tierra, en una inscripción física en la arena; el tamaño de la obra de Huey (165x120 cm) crea un cuadro 440 veces mayor que el original. La imagen desaparecida se ha convertido en monumento.




Miguel Branco, ST (Alternative Facts), 2017



Aquí, las acuarelas de pájaros de Miguel Branco serían totalmente placenteras sino fuera por los elementos amenazadores que aparecen junto a ellos : cámara de video vigilancia, drone militar, avión, interferencias amenazadoras de una civilización de guerra y de poder en el paraíso original de los pájaros. No es tanto la imagen lo que se ha perdido como el símbolo de lo que podría representar.




Wolfgang Wirth, Island 1, 2017



Wolfang Wirth oculta mapas antiguos con pintura y cubre casi todo un mapa; pone los mapas al revés y cuando logramos leer los topónimos son tan banales que nada permite identificar el lugar. El mapa mismo ya es una mentira, una representación siempre imperfecta del mundo real, un intento -de proyección en proyección- para enfocar una veracidad geográfica imposible de alcanzar : y la desaparición de las representaciones en una bruma blanca intensifica la imposibilidad de expresar la realidad, de conseguir la imagen auténtica. De esta manera este trio ha explorado, en las dos exposiciones, un perspectiva filosófica que se extiende de la ruina a la desaparición, dos formas memoriales y nostálgicas de lo trágico.

Imágenes cortesía de los artistas



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La esclavitud en la mirada de un gringo

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15 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monuments temporaires, O tigre


Stefan Zweig, rescatado del racismo nazi, exiliado en Brasil, escribió en 1941 (poco antes de su suicidio),Brasil, país de futuro. Afirma a lo largo de sus páginas que en Brasil no existe ningún racismo, que las razas viven en perfecta armonía, que en ningún otro país los esclavos fueron tratados tan humanamente, que las favelas, "aquellas magníficas y pintorescas cabañas de negros" son encantadoras y acogedoras; está convencido además de que con la modernización pronto desaparecerán, pero espera que conserven una para lo pintoresco "como testimonio de la vida natural en medio de la civilización". Anuncia verdades concluyentes sobre la felicidad de los negros sin interrogarse un segundo sobre la esclavitud y la pobreza ("si, pero son felices al sol") : adoptó los prejuicios que le comunicaron sus interlocutores sin intentar forjarse su propia opinión de manera independiente. Como acaba de escapar de un entorno en el cual el concepto de raza es particularmente fuerte, quizás le parezca que solamente cuenta el racismo europeo antisemita (que presumo Brasil estaba exento), y que, para esos buenos negros que disfrutan del sol bailando y cantando en sus bonitas favelas, el concepto de racismo no puede aplicarse. Es esta carencia que me decepciona en él, es bastante triste en realidad, ver hasta qué punto el escritor que uno admira y que se encuentra en ese momento de su vida en una situación trágica, preocupante y de exilio, que hubiéramos pensando habría agudizado sus sentidos y su capacidad analítica y crítica, pueda extraviarse hasta ese punto.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O cadeado (video)


Pero la negación del racismo no se limita a los intelectuales y aristócratas brasileños con los que Zweig se codeaba. En realidad era bastante corriente y en particular con el argumento de que en Estados Unidos era mucho peor, lo que el trabajo de numerosos historiadores ha desmentido. El texto de presentación de la exposición de Fyodor Pavlov-Andreevich en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Sao Pablo (hasta el 13 de agosto), escrito por la curadora Ana Avelar, insiste sobre el hecho de que es a través de la mirada de los extranjeros, como el artista ruso que vive entre Moscú y Sao Pablo, que la mayoría de los brasileños pueden aceptar mirar de frente la manera como el racismo ha formado y todavía forma parte integral de su cultura. Un gringo puede hacer preguntas que los brasileños no se atreverían nunca a hacer. Pavlov-Andreevich cuyo trabajo (desconocido en Francia) está basado en la representación (performance), realizó siete representaciones sobre la esclavitud, cada una de 7 horas : una en Rusia (sobre las condiciones de trabajo de los inmigrantes de Asia Central) y seis en Brasil. Además hizo una el día de la inauguración.


Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O pau de arara


La primera sala de exposición es desconcertante : cinco cajas blancas juntas, bastantes bajas, y hay que agacharse hasta el suelo para pasar la cabeza en su interior (a partir de cierta edad, es complicado...) y poder ver los pequeños videos que allí se proyectan. Claro que nada que ver con los suplicios impuestos a los esclavos, pero, antes de todo, incluso antes de ver, se trata de una situación incómoda, la necesidad que tiene el espectador de hacer un esfuerzo para poder ver la imagen. La segunda sala muestra de manera mas clásica, una imagen de cada representación, la imagen está descompuesta en varias fotografías, fragmentación, descomposición de la imagen como para informar sobre la imposibilidad de mostrar todo en una sola fotografía. 




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O coqueiro


Cada una de las representaciones brasileñas muestran entonces a este gringo, un hombre de piel blanca, rubio, delgado, a menudo desnudo, en una situación que era propia de los esclavos : es a la vez escandaloso (no es sino una representación limitada en el tiempo, una transposición en algunas horas que no sabría reflejar toda una vida de esclavitud) y extremadamente molesto (un hombre que se impone sufrimientos con el único fin de que tomemos conciencia de lo que fueron la violencia y la explotación de todo un pueblo). Cada una de las seis representaciones se merece una explicación; todas se sitúan en lugares simbólicos del Brasil, las playas, Río de Janeiro, el sertão, ... En uno de ellos, O Coqueiro, el artista aprende a subirse a un tronco de cocotero y pasa la noche tambaleado por el viento y el mar : los granos de las nueces de coco eran costosos y por las noches los esclavos se subían a las palmeras para comérselos, luego las defecaban y un cómplice libre las revendía; era así que podían comprar su libertad. 




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O urubu


En su representación con los buitres, O urubu, Pavlov-Andreevich se acuesta desnudo en una playa al lado de una tortuga muerta que los pájaros desollarán, como un esclavo castigado abandonado como carroña para los buitres. Se ve su cuerpo blanco rodeado de pájaros negros que, una vez devorado el cadáver de la tortuga empiezan a atacar : fin de la representación al cabo de 7 horas.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O enforcado



O enforcado (el colgado), lo muestra suspendido por los pies a un árbol que sobrevivió a un fuego de deforestación : suplicio corriente para los esclavos y también estado de suspensión mental y alusión a la figura del tarot.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O cadeado


O cadeado (el candado) evoca el suplicio reciente de un joven negro al que mortificaron y amarraron a un poste eléctrico en una calle de Río de Janeiro y le pusieron un candado; solo por la mañana una transeúnte llamó a la policía para que lo liberaran. Pavlov-Andreevich, desnudo y encadenado a un poste, al contrario del suceso, atrae la atención : los vecinos, los transeúntes, los repartidores de pizza, los policías van a verlo. Él, silencioso no interrumpe su representación sino cuando llega la policía militar.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O pau de arara (vidéo)


O pau de arara (palo de loro) es un suplicio que bloquea al esclavo y le impide mover los miembros. El artista, amarrado así, es depositado en una playa a marea creciente y solamente lo liberan cuando está a punto de ahogarse.




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O tigre


Para terminar, la última representación no es la más dura fisicamente pero es la que mejor relata la humillación de los esclavos : cada mañana el esclavo ("el tigre") debía ir a tirar al mar el contenido de la vasinilla de su amo. Pavlov-Andreevich sigue el mismo camino, que actualmente es el separador de una vía rápida, con un canasto sobre la cabeza que contiene la vasinilla que no debe regar, camina lentamente, con precaución. Su cara, medio escondida con una especie de embudo, protección contra el olor y contra las burlas. Un momento dado, conductores distraídos por el espectáculo se estrellan pero él sigue imperturbable y digno. 




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O tigre (Vidéo)


Quise relatar cada una de esas representaciones pues en cada una de ellas el cuerpo del artista es una herramienta política, un medio para divulgar realidades ignoradas e incluso escondidas. El artista ha llamado esta serie Monumentos temporales, y en efecto son monumentos conmemorativos, testimonios de un pasado que quisiéramos olvidar y que sin embargo sigue presente en la sociedad contemporánea, en las desigualdades y su racismo latente.




Hugo França, Um tronco para Exu


El resto del Museo presenta sus colecciones, artistas brasileños y extranjeros, de manera cronológica y temática (pero, es extraño, no hay ni siquiera una librería para poder comprar un catálogo). Delante de la entrada, este árbol cortado (un Caryocar edule, resistente al fuego que tenía 1200 años) que el artista Hugo França presenta (hasta el 13 de agosto) como homenaje a la divinidad candomblé Exu, dios de la comunicación entre hombres y espíritus : otra faceta de la cultura afro-brasileña.


Fotos 2 & 8 a 11 del autor


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Terra Incognita (Inez Teixeira)

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31 de mayo de 2017 por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)





Vista de la exposición; foto Alice Vasconcelos



Hay cuadros abstractos de los cuales admiramos la estructura, las formas y los colores, pero nos dejan fríos y a distancia, no nos comprometen. Y hay otros -y es el caso de las grandes composiciones sobre papel de Inez Teixeira (ya se acabó la exposición en Lisboa)- en los cuales, sin reconocer la mínima forma, nos proyectamos y entramos en la imagen, ya sea mirándola de lejos o de cerca. Sin embargo no son sino estelas de sombra, formas fluidas que se cubren, volúmenes acuosos y nebulosos, y la imaginación siempre intenta aferrarse a formas conocidas, vistas aéreas o endoscópicas, escalas imposibles de asir. Esos flujos de materia negra, esas masas y esas gotas, fuera de toda representación le ofrecen sin embargo, un soporte a la imaginación, una apertura al ensueño. Aunque conservan su pureza abstracta y se prestan para las interpretaciones no son sino un préstamo, no se revelan. 



ST, serie Terra incógnita, 2016. Acrílica sobre papel. 160 x 120 cm. Foto José Manuel Costa Alves




La exposición se llama Terra Incognita, aquellas zonas de los mapas antiguos que a veces se quedaban blancas, y otras veces se poblaban de fantasías animales, vegetales o minerales del cartógrafo. Pero me parece que hay que remontar todavía antes y que nos encontramos antes de la tierra misma, que nos encontramos en los primeros versículos del Génesis, cuando la tierra estaba vacía y vaga y que las tinieblas cubrían el abismo. Estamos entre el cosmos infinito y el agua insondable, y jamás serán descubiertas esas tierras desconocidas, ningún mapa sabrá jamás guiarnos por esas tinieblas (y no debe ser en vano que la artista cita a John Milton entre sus inspiraciones).




ST, serie No vazio da Onda, 2014. Acrílica sobre papel. 23 x 31 cm. Foto José Manuel Costa Alves



Las obras son instantáneas de una transformación permanente, rechazan cualquier definición definitiva, muestran la inmensidad de los fractales y la fluidez de los caudales, sin fronteras, solamente las que les da la artista al ponerlas en un marco, sobre un papel son artificiales. Porqué cortar por aquí más bien que por allí, porqué enmarcar así y no de otra manera : se adivina que esos dibujos no son sino las partes de un todo inmenso, ilimitado, del cual la artista nos está ofreciendo aquí solamente tal o tal pequeña parte. Aquí pensé en los Equivalentes de Stieglitz más que en cualquier otro trabajo con tinta (los de Víctor Hugo, por ejemplo), fotografías de nubes que no tienen ni arriba ni abajo, ni derecha ni izquierda, y que no son sino enmarques del cielo, como los papeles de Teixeira no son sino enmarques de un misterio más profundo aún, todavía más alejado de la realidad concreta (y que ya ha trabajado con la clasificación de las nubes). 




ST, serie No vazio da Onda, 2014. Acrílica sobre papel. 23 x 31 cm. Foto José Manuel Costa Alves



Además de la decena de composiciones grandes, hay dos pequeñas series, una en torno al cráneo y al otro. En el vacío de la ola, unos veinte dibujos pequeños, fluidos, acuosos, en los cuales las gotas parecen emerger de las profundidades del papel, como instantáneas rápidas, fotogramas a lo largo de los cuales uno se pasea reconstituyendo su encadenamiento. 

Fotos cortesía de la artista 

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Sumario abril-mayo 2017

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Rolf Julius, escultor de sonidos

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13 de junio de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí) 


Rolf Julius, ST, vidéos, 2010/13




Cuenta la leyenda que fue el joven Odilon Redon, quien, disfrutando un día del encanto del lugar y de la calidad del vino, lo bautizó Chasse Spleen, a no ser que haya sido Byron. Yo no sabría decir si el arte contemporáneo en general y la obra de Rolf Julius en particular, tienen la misma virtud, en todo caso los propietarios de ese castillo del Médoc instalaron hace poco un pequeño centro de arte de arquitectura sencilla, y su primera exposición (hasta el 27 de octubre) se la dedican a este artista alemán que falleció hace seis años y cuyo trabajo es una variación en torno al sonido. Una de las curadoras de la exposición es la directora de la galería (antes en Burdeos) Thomas Bernard, que representa a Julius. Hay que poner cuidado, ponerle mucha atención a una obra en la que se mezclan sonidos entre naturaleza y composición, objetos muy sencillos aportados por el artista e imágenes del lugar y de otros lugares; dejarse llevar por los fascinantes paisajes sonoros que componen.





Rolf Julius, Stonegarden (monocromo), 2010, 110x110cm, f. Barbara Boum





Naturalmente, tenemos paisajes, ya sean los del Medoc, escapada por las viñas o vista del jardín del castillo y su estanque que desborda (en cambio, las obras sonoras instaladas en el exterior me parecieron menos relevantes, más difíciles de entender), ya sean paisajes recreados, tal el jardín de piedras bastante meditativo en donde las sombras se alargan de forma desmedida y que apenas disimulan un altavoz pequeño, es como si esas piedras minúsculas vistas desde muy cerca (pues debemos agacharnos para oír) y convertidas entonces en obeliscos o menhires, emitiesen ellas mismas el sonido (Stonegarden (monocromo)). También paisajes transpuestos.





Rolf Julius, ST, vidéos, 2010/13




En efecto, la primera sala comprendre seis videos, un proyector minúsculo y pantalla suspendida, que son una transposición del sonido en el paisaje : Julius filmó, en primer plano, fragmentos de paisajes finlandeses, ramas flexibles agitadas por el viento, rocas por las cuales corre el agua, e implantó discretamente un altavoz parásito por el que transmite una de sus composiciones sonoras. El video en plano fijo no muestra sino movimientos imperceptibles de las hojas o del agua, e incluye la captación de un sonido en el que se mezclan sonidos compuestos por él y ruidos de la naturaleza, silbidos de pájaros, chirridos de insectos, murmullos de hojas, chapoteo del agua. Y, de una pantalla a la otra, los sonidos se combinan en la frontera de cada una creando así una experiencia total, envolvente. 






Rolf Julius, Singing,, 2000 / 2015, 720×22.5x205cm




Otras obras discretas balizan la exposición, aquí un espejo sonoro sobre una chimenea, allí bambúes con aparatos, más allá una hoja pegada en una ventana (abajo), para llevar el ojo y el oído hacia el exterior, y también cuencos japoneses llenos de agua en donde nadan los altavoces, que también forman parte, siempre o casi siempre, de la composición. Suspendidos en un pasillo, siete altavoces de tamaño medio : en cada uno, en la membrana misma, un montón de pigmento negro que vibra en función de las frecuencias, a veces salta y se recompone y de esa manera modifica también el sonido que se percibe. El sonido se vuelve invisible, se ve la música. Ya en 1985, Susan Derges, de regreso de Japón, realizó fotogramas de polvo de carborundo que agitado por cierta frecuencia construía curvas matemáticas de frecuencia lo que volvía visible el sonido, inspirándose así de las Chladni Figures; pero sus obras eran mudas, no eran sino referencias, mientras que la de Julius es completa, vista y oído.




Rolf Julius, Wind, 2010, 32.2×16.4cm



Se trata de una obra sumamente fina, sencilla, discreta, la experiencia frágil y exigente de un espacio en el cual se puede mirar la música. La presencia de una "partitura" hecha de formas elementales, círculos y cuadrados rojos y negros aunque aporta (si leemos la hoja de sala) una forma de explicación, nos conduce hacia el lenguaje, lo racional y estructurado : entendemos mejor, pero me parece que se pierde la magia.





Daniel Firman, Suspended chord, 2017



Es sin duda simple coincidencia : en la base submarina de Burdeos, búnker alemán gigantesco que albergaba las U-booten, convertido hoy en día en lugar de conciertos y exposiciones, el sonido se ha hecho omnipresente. Con motivo de la llegada del "verdadero" tren de alta velocidad a Burdeos han invitado a Daniel Firman y la música de Guillaume Gesquière ocupa el espacio : primero mezclada con el ruido de las ballenas por encima de las aguas negras de los diques flotantes, luego se articula de manera melancólica a la izquierda en el gran vestíbulo, con acordes suspendidos y calderones que se renuevan sin cesar. Podemos cerrar los ojos para impregnarnos de manera mucho menos discreta y mucho más expresionista que con Julius. Si abrimos los ojos, un elefante, suspendido al techo, gira lentamente en la 
penumbra : después del suelo y la pared, Firman, que sigue interesado por la rotación, alcanza otra dimensión elefantina : los dos mamíferos más grandes se encuentran.


Fotos 1, 3 a 5 cortesía de Chasse Spleen, foto 6 del autor




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Dorignac, la obra con negro

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14 de junio de 2017, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)

  


Georges Dorignac, cartel de la exposición




Lo que primero atrae es el cartel, aun cuando uno no sepa quien es ese Dorignac (Georges, 1879-1925), una cabeza femenina negra de hechura extraña. La visita del Museo de Bellas Artes de Burdeos (hasta el 17 de septiembre) algo nos reseña sobre ese pintor regional, que vino a meterse en la Ruche, que cayó en el olvido desde 1928 y que hoy es objeto de un intento concertado de rehabilitación, primero en la Piscine, luego en su ciudad natal. Un pintor como tantos en la época, alumno de Léon Bonnat, cuyos retratos familiares y paisajes reflejan la banalidad amable de principios de siglo; maternidad, besos, bodegones, playas. En el piso de arriba presentan sus trabajos decorativos, popurrí de motivos medievales y orientales para biombos, tapicerías o vitrales de los cuales pocos se realizaron.





Georges Dorignac, La Desconocida, 1913




Todo ello tendría solamente un interés regional bastante limitado si Dorignac no hubiera hecho en 1912/13 retratos negros (muestran unos veinte), con tinta, carboncillo o piedra negra (algunas veces con sanguinas o con lápiz amarillo), sobre todo mujeres, anónimos, arquetipos : caras, muy a menudo frontales, de negros profundos, en donde las raras partes más claras, curva del mentón, 
contorno de los labios, alas de la nariz, abombado de los párpados, son solamente reservas. Es el trazo negro el que esculpe las facciones, el que delimita una cabellera abundante o un velo; son caras que se inscriben en fondo blanco ocupando todo el papel (el cual, en un caso, está roto burdamente según la curva de la cabeza), y que casi se salen del margen. Los más intensos son los puramente negros, son más ásperos, más misteriosos, mientras que las mujeres a quienes les realza la pañoleta con sanguina pierden la intensidad y la rareza para volverse más cotidianas. 





Georges Dorignac, Aguila, s.d.




Las mujeres no tienen nombre, la sensualidad de sus caras llenas, su esbozo de sonrisa son sólo reveladores. Bernar Venet realizó algunas obras muy negras (entre las cuales "retratos" fotográficos), que desprenden la misma impresión de distancia, de imposibilidad de comprender quien es la persona. No es igual con los retratos de hombres, de los cuales algunos han sido identificados, como un Soutine amarillento. En el decorado chillón del piso superior, tres pájaros, un águila, un calao y una lechuza fueron dibujados de la misma manera; sus cuerpos negros y densos tropiezan con el borde del papel. Unicamente por esos dibujos tan especiales que no se parecen a nada (aunque por hacer bien y legitimarlo se creen obligados a citar entre otros a Rodin, le Fayoum, Carriès, el arte africano o khmer, etc.) vale la pena visitar esta exposición.


Fotos 1 y 3 del autor



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Taxonomía y colonialismo : de visita por el CAPC

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15 de junio de 2017, por Lunettes Rouges

  
(artículo original en francés, aquí)



Naufus Ramirez-Figueroa, Linnaeus in Tenebris, 2017, vista de la instalación en el CAPC, Burdeos, foto Arthur Péquin




En la penumbra del gran vestíbulo del CAPC (hasta el 24 de septiembre), las esculturas del artista guatemalteco Naufus Ramirez-Figueroa salpican el espacio con marcas blancas : se trata de híbridos entre humanos y frutas, un brazo o un pie emergen de un racimo de bananos, un cuerpo cuyo torso es un fruto tropical con protuberancias múltiples, un enano en matero. No sabemos si son fruto de un mestizaje creativo o al contrario de una degeneración cancerosa, y todos esos especímenes desafían la clasificación : la exposición se intitula Linné en las Tinieblas, en latín, como se debe, cuando nos referimos a un sabio taxonomiste.




Naufus Ramirez-Figueroa, Linnaeus in Tenebris, 2017, vista de la instalación en el CAPC, Burdeos, foto Arthur Péquin




Y es que la clasificación de Linné es un punto de vista occidental sobre el resto del mundo, un intento europeo para comprender y controlar las riquezas tropicales clasificándolas, nombrándolas, haciéndolas entrar en clasificaciones bien definidas que las domestican, las integran, las digieren y las llevan a participar en el sistema cientifico-económico-político que consolida el colonialismo. 




Naufus Ramirez-Figueroa, Linnaeus in Tenebris, 2017, vista de la instalación en el CAPC, Burdeos, foto Arthur Péquin




Yo no sé mucho sobre Guatemala, aparte de la omnipresencia del cultivo intensivo y capitalístico del banano para provecho de los monopolios norteamericanos como United Fruit, una situación que ha influenciado el artista, su vida (y el exilio de su familia en Canadá) y su obra. Las esculturas, la penumbra, las estructuras de iluminación brutal con neón, sus formas suspendidas, son también un lugar de performances, y cada uno de sus videos es el eco de una performance pasada.




Naufus Ramirez-Figueroa, performance Mimesis of Mimesis en el Royal Tropical Institute, Amsterdam, foto Florian Braakman




Otra obra igualmente elocuente y discretamente política es el video Mimesis of Mimesis, filmado en Amsterdam en donde fuera el Instituto Colonial, un palacio algo decrépito con decorados evocadores de la época de las colonias. El cuerpo obeso del artista, dormido plácidamente sobre un montón de pedazos de muebles, amarrado con un bondage sencillo como si él mismo fuera un relleno de sofá. Otro video lo muestra en un cementerio con tumbas fuera del suelo, sosteniendo lo que parece ser un niño muerto envuelto en su mortaja : por el suelo gotea agua : estará congelado, se pregunta uno un instante.




Oscar Murillo, Recursos Humanos, 2017, graderías de madera, 47 figuras



La otra exposición temporal en el CAPC (hasta el 27 de agosto; compartida con el Jeu de Paume) es una instalación de Oscar Murilloen la cual unos obreros colombianos están sentados en una gradería frente a un video de músicos marroquíes : es verdad que el artista colombiano pasó por Marruecos, pero la intención, en torno a "la arquitectura de memoria" y el "sentimiento del lugar" parece breve y simplista : consentido del mercado, es verdad (y también), pero tengo mis dudas a largo plazo.




Chohreh Feyzdjou, Série H, 1989-1993, detalle, madera, pegante, tela, pigmentos, teinture brune, 114x131cm




El comisario José Luis Blondet vuelve a considerar las colecciones del CAPC (hasta el otoño 2019) y ha organizado muy buenas confrontaciones, poéticas y a veces inesperadas a lo largo de las salas. Sin disertar demasiado, he aquí algunas de las imágenes que me impactaron a medida que me paseaba. Primero, aquí arriba, de Chohreh Feyzdjou, un artista que se ve muy poco (siempre en colectivos sobre Irán) y su acumulación de marcos vacíos, aunque los lienzos estén enrollados no muy lejos : es la evocación de la materialidad del cuadro lo que recuerda sin falta el famoso lienzo de Cornelius Gijsbrechts.




Obras de Jedermann N.A., Los ready made pertenencen a todo el mundo (R), Claude Rutault, foto Frédéric Deval



Luego, una sala en donde alternan las obras recolectadas por Jean-Hubert Martin y unos Rutaultcon formatos idénticos, ante un Philippe Thomasde parqué absurdo alrededor de un pilar, firmado como debe ser por el "coleccionista" N.A. Jerdermann (Señor Fulano de Tal), con un aviso "Propiedad privada".




Cathy de Monchaux, Once upon a Fuck, Once upon a Lifetime, once upon a Duchamp, 1992, terciopelo, curi, latón, 80x44x9cm



Para terminar, esta obra deliciosamente erótica de Cathy de Monchaux : Once upon a Fuck, Once upon a Lifetime, Once upon a Duchamp, que nos incita a mirar por el hueco (de la cerradura). Y de paso, ¿sabría usted reconocer el retrato de la belleza angélico-atrevida a continuación? La respuesta está en la dirección URL de la imagen.




Fotografía 17.8×12.5cm


Fotos 1, 2, 3 y 7 cortesía del CAPC; fotos 6, 8 y 9 del autor


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Carla Cabanas o la imposibilidad de ver

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24 de junio de 2017, por Lunettes Rouges






Carla Cabanas, A Mecânica da Ausência, 2017, vista de la exposición, foto del autor



La exposición La Mecánica de la Ausencia de Carla Cabanas en la galería Carlos Carvalho en Lisboa, hasta el 16 de septiembre, podría describirse como una tentativa que tiende a no dejar ver las fotografías. La sala principal es un laberinto con finos velos de tul suspendidos, entre los cuales se navega en la penumbra y sobre los cuales siete proyectores de diapositivas envían las imágenes con aquel sonido habitual y nostálgico (en todo caso, para mi).  Son imágenes (verdaderamente) vernáculas, de viajes y de comidas en la hierba, escenas que todos conocemos, marcadas también por la nostalgia de los años 50. Los velos, vaporosos, ondean y tiemblan, las imágenes flotan, atraviesan el velo para posarse en las paredes, en donde se ven borrosas, menos luminosas, invadidas por las sombras de los visitantes que se ven sumergidos en el mecanismo, y de un proyector a otro se superponen y se entrelazan.




Carla Cabanas, A Mecânica da Ausência, 2017, 
vista de la exposición, foto del comisario Sérgio Fazenda Rodrigues



Lo que desaparece no son los sujetos de las imágenes sino nuestra capacidad para verlas, identificarlas, atraparlas : In fine, la imagen no transmite casi nada de las informaciones que contiene, ya no se trata de su inmaterialidad y de nuestra incapacidad para establecer una relación con ella. En lugar de utilizar la parte de nuestro cerebro que ve, analiza y comprende, no utilizamos sino las zonas sensibles, y disfrutamos de una experiencia poco comprensible racionalmente y que nos conduce al ensueño. 





Carla Cabanas, A Mecânica da Ausência, 2017, vista de la exposición, foto del artista



En la sala de al lado también se juega con la invisibilidad : en la semi oscuridad, tres cajones luminosos, pero volteados contra la pared dejan escapar algo de luz. En el interior vemos con dificultad una foto, por aquí una comida en la hierba (en la cual una de las participantes dirige una cámara hacia nosotros, hacia el fotógrafo), por allí una vista , o un encuentro. Son imágenes que solo verá muy de cerca, de lado, con dificultad; imágenes que no podrá disfrutar tranquilamente. ¿Qué queda de esas imágenes? Transmiten un recuerdo pero no sabemos cómo captarlas, solo podremos recordarlas con una forma incierta y fantasmagórica, soñada y deformada : la elección de las imágenes, la puesta en situación, el fracaso visual, construyen un lugar no tanto para exponer sino para se descubra, se participe y se piense. 




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Using art to whitewash oppression. ¿Cómo utilizar el arte para legitimar la colonización?

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26 de junio de 2017

(artículo original en francés, aquí)


English below


El viernes 23 de junio, la página de información e-flux hizo un comunicado para anunciar la tercera Bienal Mediterránea “Out of Place”, cuya ilustración era un camello colgado del cielo, una obra del artista israelí y curador de la bienal, Belu-Simion Fainaru.  ¡Vaya!  ¿De qué se trata? se pregunta uno, nunca había oído hablar de una “Bienal Mediterránea”, nada menos. Al leer el texto se entiende que es una manifestación israelí en la ciudad de Sakhnin, organizada por dos curadores israelíes (el otro es Avital Bar-Shay) con el patrocinio del Arab Museum of Contemporany Art in Israel (AMOCA), del cual, por mi parte, nunca había oído hablar. Cuando nos enteramos de que el objetivo de la bienal (financiada entre otras por la lotería nacional y el Ministerio de la Cultura, dirigido por Miri Regev, cuyo vestido colonialista hizo sensación en Cannes ..) era promover La Paz en Medio Oriente a través del arte y cuando leemos las palabras confianza recíproca, dialogo, tolerancia, y que el arte debe sobrepasar las “peleas regionales”, uno se empieza a decir que ya ha oído eso en alguna parte y que va a averiguar. 

Cada quien es perfectamente libre de su opinión en cuanto a la política israelí. La mía es que es un conflicto entre colonizadores y colonizados y nada que ver con una guerra de religión o de civilización. Y hay que asumir su posición. El gobierno israelí lanzó muy oficialmente hace algunos años una serie de proyectos para mejorar la mala imagen de Israel y así mostrar los aspectos positivos del país : el pinkwashing promociona la parte gay-friendly del país (bueno, no por el lado de los ortodoxos, pero bueno), el techwashing alardea de la start-up nación, el greenwashing la cultura ecológica, y aquí tenemos un ejemplo perfecto del artwashing. Como además se retoma la retórica de los dirigentes israelíes sobre nuestro deseo de paz entre los pueblos (que desgraciadamente los demás no quieren..) y la voluntad de conseguirlo a través del arte, todo parece maravilloso. 

Ahora, si transponemos a otra situación de conflicto colonial, ¿qué hubiera pensado usted de un festival artístico organizado por Francia en “Algeria francesa” en 1960 para promover La Paz y el diálogo? Exactamente. Existe un movimiento de boicot de Israel, BDS, que también está relacionado con el campo cultural. Aquí debo confesar mi propia ambigüedad frente al boicot cultural, según sea actor director (no) o espectador, y según se trate de una manifestación estatal naturalmente de propaganda, o de un evento privado, sin fondos públicos y de espíritu contestatario (sí). Pero cada quien es libre de su decisión y no le tiro la piedra a nadie, excepto a los propagandistas oficiales. 

Y es ahora que se vuelve interesante : el comunicado va acompañado por una lista de 57 artistas (de los cuales 4 fallecieron, y, no logré identificar otros 4). De los 49 restantes, 9 son israelitas (entre ellos los dos curadores). La mayoría de los demás son originarios de países europeos mediterráneos y medio orientales (y también una gabonesa, un norteamericano, un mejicano y un hindú). La lista está a continuación. Y cuando veo los nombres, como conozco a algunos me extraña que participen en esta bienal. 
La respuesta llega más tarde a través de un comunicado de indignación del libanés Akram Zaatori seguido de otros comunicados de Yto Barrada, Bouchra Khalili, Zineb Sedira, Walid Raad et Jordi Colomer. Todos ellos y sin duda muchos otros, ignoraban que tenían una obra en la bienal y pedían que fueran retiradas inmediatamente. ¿Porqué? Porque Pascal Neveux, director de la FRAC Provence Côte d'Azur, prestó las obras compradas por la FRAC sin pedirles su opinión a los artistas. ¡Extraordinario! Después e-flux corrige y los periódicos empiezan a hablar : El Huffington Post, Le Monde, Le Times of Israel, y el curador se defiende diciendo : pero si es en un pueblo arabe, la entrada es gratuita y hemos pagado por el préstamo de las obras (?) y de todas maneras el boicot no es una solución. Lo que se espera que diga…

Cada artista es libre de lo que hace, no soy el portavoz del movimiento BDS, y respeto la elección de cada cual mientras sea consciente. Uno de los artistas cuya exposición en París fue por tanto objeto de amenazas y de un intento de saqueo por parte de la LDJ, me dijo que le parecía importante mostrar su obra (muy perturbadora) en ese lugar. Otra artista me dijo que desde donde está para ella es muy difícil mostrar su obra y que era una ocasión para que en ese lugar recordaran que las mujeres artistas también existen. Lo respeto mucho pero también creo que hay muchos artistas en contra de su voluntad a causa de la FRAC PACA o de otro cualquiera y no se dan cuenta de lo que hay en juego políticamente en ese tipo de bienal. Si ustedes conocen a alguno los invito para que los contacten y les informen si no están al tanto y hablen con ellos. Es todo. 

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in English

Friday June 23rd, the information site e-flux sent a press release announcing the third edition of the Mediterranean Biennale « Out of Place », with the photo of a camel suspended in the sky, a work by the Israeli artist and biennale curator Belu-Simion Fainaru. Hey, what’s this about? Never heard of a « Mediterranean Biennale », nothing less! Reading the press release, one understands that this is an Israeli event in the city of Sakhnin, organized by two Israeli curators (the other is Avital Bar-shay) under the leadership of the Arab Museum of Contemporary Art in Israel (AMOCA), first time I hear about it (although I know quite well the local scene), and sponsored, among others, by the Israeli National Lottery and the Israeli Ministry of Culture (the Minister of Culture is Miri Regev whose “colonialist dress” in Cannes raised many eyebrows, to say the least). So, when one reads that the objective of the biennale is to promote peace through art and that art is a means to go beyond what they call « regional disputes », when one sees the words “mutual trust, dialogue, tolerance”, one could think that this is a speech already heard, coming straight from the propaganda department in Tel-Aviv.
Everybody is perfectly free of one’s own opinion about the Israeli case. Mine is that it is a conflict between colonizer and colonized, not a war of religions or of civilizations. But at least one should assume one’s opinion. The Israeli government launched a few years ago a campaign to improve Israel’s image, which is very bad, with various projects putting forward positive aspects of the country : pinkwashing promotes the gay-friendliness of the country (except with Orthodow Jews, but let’s forget about it), techwashing praises the start-up nation, greenwashing its ecological culture, and we have here a perfect example of artwashing, cutting and pasting the speeches of Netanyahu and others on “our desire for peace” (but unfortunately, the other side doesn’t want peace, eh!). Everything is wonderful and art will solve the Palestinian “issue”.
Just imagine, in another colonial conflict familiar to Frenchmen, an art festival in « French » Algeria in 1960 in order to achieve peace, French peace, that is. You are probably aware that there is a movement for the boycott of Israel, BDS, which covers also the cultural field (for example, Roger Waters, of Pink Floyd, refuses to perform in Israel). I have to say that I am personally ambiguous regarding this: I will not be a participant (but could be a simple visitor and critic) in state-sponsored or state-funded Israeli cultural events, but I have and will participate in privately-funded Israeli events with a clear position against colonization. But everyone is free of his own decision, and I am not blaming anyone, except those who diffuse official propaganda.
Free of his own decision, I said: now it’s becoming interesting. The press release includes a list of 57 artists (below); 4 are dead, and 4 I couldn’t identify. Of the 49 remaining, 9 are Israeli Jews (including the two curators who also exhibit their own work). Most of the others are from Europe, Mediterranean countries and the Middle-east at large (in addition, one each from Gabon the USA, Mexico and India). When I saw their names, since I know some of them, I was puzzled by their participation in such a biennale.
The answer arrived a few hours later through a furious answer by the Lebanese Akram Zaatari, followed by other furious answers by Yto Barrada, Bouchra Khalili, Zineb Sedira, Walid Raad and Jordi Colomer. All of them, and probably many others, were not informed that a work of them was in this biennale and they demanded its immediate withdrawal. Why did this happen? Because Pascal Neveux, director of the FRAC Provence Côte d’Azur loaned the works (property of the FRAC) without informing the artists. Isn’t that great? Then, e-flux made a correction and apologized, and the papers started talking about it :Huffington Post, Le Monde, the Times of Israel . In answer, the curator said: “but it is in an Arab town, the entry is free, we paid for the loan of these works (really?), and in any case boycott is not a solution” (exactly what we would expect him to say). One can note that he used words of religions and ethnic groups (Moslems, Christians, Jews, Druze, Bedouins) and not once used the word « Palestinians ».
Every artist can make his own choice, I am not a spokesman for BDS, and I respect everyone’s choice as long as it is a conscious one. One of the artists, despite the fact that his show in Paris had been threatened of destruction by the Jewish Defense League (which is legal in France, unlike in the USA and in Israel …), chose willingly to show his (disturbing) photos in the biennale. Another artist said that it is very difficult for her to show her work in her own place and that the biennale is also a possibility for her to show that, where she lives, there are woman artists. I respect their choices. I also believe that some, or many of the artists in this biennale are there against their will, because of the maneuvers of FRAC PACA or other entities, and/or do not perceive the political issue with this biennale. If you know some of them, please contact them, inform them and discuss the issue with them. That’s all.

List of artists:

Hamra Abbas, Adel Abdessemed, Rashid Al-Khalifa, Lela Ahmadzai, Hazem Alzoubi, Carlos Amorales, Samar Awadieh, Mahmoud Badarny, Yto Barrada, Avital Bar-shay, Nathalie Bikoro, Daniele Buetti, Jordi Colomer, Abdulla Dehabra, Burak Delier, Elmgreen & Dragset, Belu-Simion Fainaru, Günther Förg, Thomas Galler, Moshe Gershuni, Tal Granit&Sharon Maimon, Majooda Halabi, Damien Hirst, Jenny Holzer, Pierre Huyghe, Muhammad Kallash, Bouchra Khalili, Lisbeth Kovacic, Jannis Kounellis, Moshe Kupferman, Sigalit Landau, Mohsen Makhmalbaf, Shahar Marcus, Olivia Mihălţianu, Nardina Mugaizel, Sener Ozmen, Walid Raad, Pipilotti Rist, Şerban Savu, Meinrad Schade, Zineb Sedira, Angelika Sher, Sudarshan Shetty, Fiona Tan, Sérgio Téfaut, Cengiz Tekin, Isam Telhami, Lisa Trutman, Yigal Tumarkin, Samira Wahabi, Jola Wieczorek, Kai Wiedenhöfer, Tomasz Wendland, Rui Xavier,  Akram Zaatari


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Miroslav Tichy en Marsella

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29 de junio de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)
  








A partir del 7 de julio en el centro internacional de poesía Marsella (en la Vieille Charité), una exposition de fotografías de Tichy que le pertenecen a Gianfranco Sanguinetti, las muestran rara vez.


En esta ocasión, escribí un texto sobre la recepción crítica de Tichy, que había sido publicado únicamente en alemán.

http://cipmarseille.com/presse/2017/cahier_263.pdf



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Series y experimentos fotográficos

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30 de junio de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)






Jorge Molder, Vilarinho das Furnas, 1975-77



No es porque la exposición El Fotógrafo Accidental(que tal vez sea mejor traducir por Ocasional) -en El Centro cultural Culturgest (que le pertenece al banco CGD) de Lisboa (hasta el 3 de septiembre) y cuyo comisario es el nuevo director de artes plásticas de Culturgest, Delfim Sardo- presente solamente fotógrafos portugueses en su mayoría desconocidos en el exterior, que no tiene una dimensión amplia, como podemos verlo con el subtítulo, Serialismo y Experimentación. Aunque la exposición dirige muy bien la cuestión de la serie, me convenció menos, como lo diré más tarde, su definición de experimental (“lo conceptualmente exploratorio”), que no corresponde con la mía. Todos los fotógrafos que presentan, (salvo Ernesto De Sousa, 1921), nacieron poco antes de la guerra (Helena Almeida 1934, Alberto Carneiro 1937, Angelo de Sousa 1938) o poco después, entre 1947 y 1949; el periodo que cubre es 1968-1980, seis años antes y seis después de la dictadura. Por otro lado la exposición gemela en la otra parte del centro, intitulada Simultánea”, explora a partir de obras de la colección de la CDG y de manera interesante para ciertos artistas, las relaciones entre fotografía y pintura. 




Angelo de Sousa, de la série Londres, 1968, diapositive



De cada uno de los diez artistas presentados, solamente vemos series y no imágenes únicas, autónomas y vinculadas a un instante decisivo, vemos conjuntos, construcciones de obras a partir de une serie de fotografías, de secuencias temporales o geográficas y políticas, cuyo sentido colectivo es más rico que el de cada imagen. Si la serie de pinturas se refiere a los Almiares, los álamos, y las catedrales de Rouen de Monet, en fotografía no se desarrolla de veras sino con los conceptos como las gasolineras de Sunset Boulevard de Ed Ruchaà partir de 1963 (no obstante el corto texto de Moholy-Nagy en 1946). La mayoría de esas series son presentadas en forma de instalación según lo quieran el artista o el comisario (4 de los 10 artistas ya fallecieron). 



Leonel Moura, Leituras, 1977, chaque 50,5×76,5cm



Esto es verdad ante todo para las series de imágenes únicamente representativas, la serie que introduce una dimensión conceptual, filosófica o política, va más allá de la simple representación : la represa de Viarinho das Furnas, en el norte del país, fue secada en el verano de 1975, un verano calientísimo y seco (verano caliente también políticamente a causa de las turbulencias posteriores al 25 de abril) y un pueblo sumergido cuatro años antes resurgió (ese pueblo se auto gestionaba de forma comunitaria desde la época de los visigodos). Cuando yo tenía diez años vi un pueblo que reapareció en una represa en Dordogne y por eso sé hasta que punto es una visión impresionante. Y lo que hizo el joven Jorge Molder (creo que fue su primera obra expuesta) no tiene nada de reportaje o de una serie de imágenes narrativas y pintorescas : al contrario, es una obra sobre la ruina, una reflexión melancólica sobre el tiempo, sobre la desaparición, sobre aquello que emerge del pasado, y quizás también, en aquel momento, una mirada desilusionada sobre el mundo y sus imprevistos después de la esperanza revolucionaria. Cuatro años más tarde, en 1979, secaron la represa a propósito, y otros dos fotógrafos, Ernesto de Sousa (cuya película está en la exposición) y José Barrias, también realizaron unas series sobre el pueblo que muestran una melancolía trágica. Son series que no se contentan con mostrar diferentes vistas del pueblo (a veces creemos ver ruinas micénicas), construyen sentido a partir del montaje (pensamos en las películas de Einstein y en la centralidad del montaje en su trabajo). 




Ângelo de Souza, Umanistas, 1968-70


De la misma manera, cuando Ângelo de Souza fotografía a los pasantes desde su ventana, cuando Víctor Pomar fotografía su taller, cuando Julio Sarmento pone es escena (alternando con pinturas monocromáticas) vistas de la cama en donde lo concibieron (supuestamente : la serie se llama 1947 y nació el 4 de noviembre de 1948 ..), no son solamente fotografías de pasantes, de cuadros o de una cama, no es solamente una historia, una descripción o una narración. Ante todo es una obra sobre el acto fotográfico, sobre la relación del fotógrafo y la imagen. Podemos decir que es un intento por acercarse a la esencia fotográfica : la construcción estética, filosófica, conductual, lógica, cuenta más que la imagen en si. 




Helena Almeida, Ouve-me, 1980, 30x50cm



Otro tipo de serie está relacionada con la representación de la performance, un desafío constante, desde los cuadros vivos, es el rendir cuenta de aquello que por naturaleza es efímero, no solamente al documentarlo sino al hacer una obra nueva a partir del testimonio mismo. El ejemplo emblemático es sin duda la hoja de contacto de Ugo Mulas por la performance de Kounellis a finales de 1970 en Roma. Aquí los dos artistas, Helena Almeida y Alberto Carneiro, no son “performeros” propiamente dichos ya que no tienen público, sus acciones solo tienen lugar en privado, y por esta razón, la construcción fotográfica es la única forma de acercarse a su obra (a diferencia de las performances de Marina Abramovic, por ejemplo, de quien miles de personas pueden dar testimonio directamente sin pasar por sus vídeos y fotografías). Tenemos aquí un conjunto muy bueno de Helena Almeida (la mayoría la presentaron en el Jeu de Paume) en torno a la serie Siénteme, Escúchame, Mírame : lo más aparente esta vez es su mise en abymeserial : una serie siempre forma parte de otra más grande. 



Alberto Carneiro, Operaçao estetica em Vilar do paraiso, 1973, coll. Serralves



De Alberto Carneiro, recién fallecido, tres conjuntos : dos (Operación estética en Vilar do Paraiso, 1973 & Operacion estética arriba de San Juan Aregos 1974-75) son instalaciones espaciales murales lineales que combinan fotografías, textos y símbolos (entre ellos Fibronacci), una con fondo rojo la otra con fondo amarillo; tienen un carácter casi escultural y las muestran en confrontación con árboles, con ramas, con rocas. La tercera (Él mismo/otro 1978-79), en una sala cuadrada, combina los cuatro puntos cardinales y cuatro niveles de toma, del suelo al cielo, como si se agotara la visión. En esas series performativas, la imagen fotográfica no se encuentra al azar de las miradas del fotógrafo, se le convoca, predefinida, puesta en escena (y son el asistente o el marido los que oprimen el disparador, simple mecánica sin contribución artística), se concibe antes de que nazca. 


 
Angelo de Sousa, A Mão (2nde série), 1976-78, diapoisitiva



En un tercer tipo de series, la imagen misma, que al seguir siendo reconocible pierde todo interés particular. Las fotografías del pueblo sumergido o las de las performances, aunque no adquirieran todo su sentido sino en el seno de una serie, podrían si fuera necesario ser apreciadas individualmente aunque no fuera la intensión del artista. Pero las fotografías de la misma mujer siempre en la misma posición, leyendo libros de filosofía y de estética y mostrando de forma ostensible el título (Leonel Moura), las fotografías de la piel de una mano izquierda (Ângelo de Souza en 1976-78, seis años antes de John Coplans) o las fotografías de pájaros acompañadas de instrucciones (Julião Sarmento), son muy poco interesantes en si, pues no existen sino porque forman parte de una serie. Al estilo de Kosuth, Leonel Moura en 1976-77 (arriba) continúa con una labor analítica y conceptual sobre la teoría y la historia del arte, que formaliza a través de portadas y páginas de libros. Ângelo de Sousa trabaja sobre el gesto, sobre la herramienta primordial del pintor y su mano es el tema de pinturas, dibujos y fotografías que forman un corpus sobre el concepto de mano. En la instalación Don Juan (1978), Julião Sarmento utiliza los pájaros (y un pájaro vivo enjaulado en la exposición) como materia prima de reflexión sobre la lista y el catálogo (evoca a Leporello, el criado de Don Juan que lista sus conquistas con el famoso aire : Madamina), sobre la acumulación, sobre la exhaustividad, que se expresa utilizando la instalación compleja que muestran aquí. La conceptualización de la serie es un paso suplementario para su construcción.




Fernando Calhau, Stage, 1977, 11x23cm, coll. Gulbenkian



Enfin, es solamente aquí, me parece, que podemos hablar de fotografía experimental, la imagen puede tomar su función representativa; no para descuidarla o ponerla en segundo plano como en los casos precedentes sino para desvincularla. Tenemos entonces fotografías "solteras", como dice M. Poivert de las fotografías que no engendran nada, ni representación, ni reflexión sobre el mundo, ni concepto; son fotografías que hablan de ellas mismas y prácticamente de nada más, que reflejan un proceso y no una visión y rompen así las reglas del sistema fotográfico, del apparatus flusseriano. Aquí el representante de este enfoque experimental es Fernando Calhau. Su serie Stage (1977), 36 fotografías alineadas cuidadosamente en la pared, muestra el mismo motivo, en principio difícil de identificar : piedras talladas fotografiadas en primer plano; podría ser un muro, pero un abultamiento hace pensar en la base de una columna; vemos claramente que el objetivo no es representar una base de columna 36 veces seguidas y observando con atención vemos que algunas fotos parecen borrosas en ciertos lugares, como si una sombra o un fantasma hubieran pasado por allí : realmente son fotos de mala calidad, que cualquier laboratorio habría etiquetado como malas, impresión gratuita cortesía de la casa. Así pues lo que hace Calhau en 1977 es totalmente revolucionario y va en contra de las reglas de la fotografía bien hecha, la que todos los manuales le exigen que respete. Simplemente dejó su objetivo abierto durante varios minutos y como el aparato estaba sobre un tripode, grabó las personas que pasaban y solamente una huella fugaz impresionó la película. Como desde finales del siglo XIX, la fotografía en su definición, es instantánea, lo que hace Calhau (y desde entonces han hecho, por ejemplo, Michael Wesely o Estefanía Peñafiel Loaiza) es romper con las reglas, con el progreso histórico hacia una fotografía cada vez más rápida, en resumen, rompe con el sentido de la historia. Ya no es la captura de un evento, de un instante decisivo, es la grabación de una duración, es, como dijo Ariella Azoulay, un encuentro fotográfico. La imagen ya no cuenta, solo importa el concepto de serie, el proceso y el posicionamiento del artista en conflicto con las reglas. En su stage, en la escena, los actores no hacen sino pasar, no tienen ni identidad ni forma propia, sólo cuenta su presencia fugitiva, su sombra invisible (la sombra en fotografía y en el arte en general es un tema fascinante : leer a Victor Stoichita), sólo cuenta la idea de movimiento y su personificación anti cinematográfica; en realidad únicamente cuenta una cuestión : ¿qué es la fotografía? Calhau se interesa también por la naturaleza material de la fotografía en su serie de um punto ao infinito (#86, 1976), cuando agranda una impresión a ocho escalas cada vez más grandes hasta llegar a la textura misma de las sales de plata, una interrogación físico-química que se encuentra con la de Giulio Paolini en 1969 y Ugo Mulas en 1971.




Fernando Calhau, 67, Night works, 1977, 138x356cm



Otra serie de Calhau rompe otro tabú, el de la luz, ingrediente indispensable de toda fotografía. Así como después de él Adam Fuss o Bernar Venet (La obra negra), Calhau realiza dos series intituladas Night Works (#67, 1977 & #68, 1978), en las que no vemos prácticamente nada, apenas una rama, algo como una lámpara o un pedazo de cielo nocturno. Por mi parte, no veo nada de romántico, veo un vínculo fuerte con su pintura monocromática : se trata de imágenes incoloras, negras, sin motivos. Al romper así con las reglas establecidas de la fotografía (que sus colegas, presentes aquí, respetan), Calhau ya no juega con la representación sino con el proceso. El paso al negro evoca su película Destruição (que no está en la exposición): obliteración de la imagen o en todo caso de la representación, iconoclasia radical que concluye con un negro interminable. Me parece que sus imágenes inútiles, puesto que no tienen ningún tema, e incluso su descuido, lo posicionan en otro campo ya no de experimentación en torno a la representación de la serie sino de la experimentación DE la fotografía misma, lo que en 1977 era realmente vanguardista.



Joaquim Rodrigo, pintura diferente a la de la exposición



Salvo Jorge Molder y (por lo esencial Helena Almeida) todos esos artistas, no son solamente fotógrafos sino también pintores y escultores, y en cuanto a Ernesto de Sousa, cineasta. La exposición paralela muestra algunas de sus obras y otros artistas portugueses que no son fotógrafos. Como presentan casi únicamente obras de la colección de la CGD, el panorama así expuesto es bastante parcial. Las dos instalaciones espectaculares de Alberto Carneiro merecen un artículo ellas solas. Me interesa mucho Joaquim Rodrigo (el mayor de todos los artistas presentes, nació en 1912 y murió en 1977), cuyos lienzos de colores tierra parecen anunciar a Basquiat o el Bad Painting : entre los pintores portugueses de los dos primeros tercios del siglo XX, me parece que es uno de los muy pocos que no miran dócilmente hacia París, y que desarrolla un lenguaje original fuertemente inspirado por el arte popular angoleño y por el arte aborigen (Hector Obalk escribió un bonito texto sobre él).


Vitor Pomar, pintura diferente a la de la exposición


Entre las obras relacionadas con la fotografía (y no solamente concomitantes con el trabajo fotográfico de estos artistas), me llamó la atención un lienzo monocromo verde de Fernando Calhau que toma la trama pixelizada del belinógrafo, y unos lienzos hiperrealistas de Luis Noronha da Costa, que hacen dudar sobre si son o no fotografías. En cuanto a la obra pictórica de Vitor Pomar que muestran aquí, puede caracterizarse como "pintar primero, elegir luego" : el artista hace lienzos grandes en el suelo con un gesto performativo que naturalmente nos recuerda a Pollock ( en la serie fotográfica sobre su taller, vemos algunos de sus lienzos "en bruto"), y luego, una vez pintado el lienzo, selecciona ciertos trozos interesantes y los corta, y sus obras son esos trozos escogidos por él, es el ojo el que crea la obra a posteriori y no la mano a priori. Esta obra puede evocar las fotografías de nubes de Stieglitz (Equivalents) - y el mismo Pomar fotografió las nubes en su serie ¡Cielos! en 1974 en Yucatán- pero debo pensar ante todo en Transformance del fotógrafo alemán Andreas Müller-Polhe : quien toma miles de fotos al azar y luego, una vez desarrolladas escoge las que merecen ser obras. Como escribió Vilém Flusser en su prefacio del libro Transformance (1983), invierte la secuencia de los gestos del fotógrafo : en lugar de 1) coger la máquina, 2) mirar por el visor, 3) elegir una vista y 4) oprimir el disparador, la secuencia aquí es 1) coger la máquina 2) oprimir el disparador 3) mirar las imágenes obtenidas y 4) escoger una. La libertad de decisión del fotógrafo se ejerce después de la toma, fuera del programa del aparato y según criterios personales, estéticos y autónomos. El azar a propósito y accidental de la toma le permite escoger luego y ejercer su libertad. Es esta misma libertad experimental que Vitor Pomar ejerce en su pintura.

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Sumario junio de 2017

Desvernaculizar a Walker Evans

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01 de julio de 2017, por Lunettes Rouges

  
(artículo original en francés, aquí)




Vista de la exposición; al fondo : Walker Evans, Penny picture studio, Savannah, 1936


Walter Evans, que exponen en el Centro Pompidou (hasta el 14 de agosto) merecería mejor. Es una exposición bella que toma lo esencial de la obra de Evans (incluso están sus pinturas aunque no sea su mejor talento, y sus textos literarios de juventud, de cuando se creía escritor) pues hasta ahora en Francia solamente habíamos visto exposiciones parciales y temáticas (por ejemplo su trabajo para las revistas o su "confrontación" con Cartier-Bresson), y descubrimos prácticamente todos los aspectos de su obra. La cuestión que sobresale es el enfoque que impone el comisario sobre la obra de Evans; es cierto que (por lo menos desde Harald Szeemann), a un comisario se le pide que dé un enfoque particular a la obra de un artista, para aclarar y sugerir, sin importar que encuentre controversia. Pero en esta exposición se tiene a menudo la sensación de un enfoque único, que no deja la posibilidad para otra lectura y somete todo Evans a la noción vernácula, tema de predilección del comisario Clément Chéroux. No cabe duda de que lo vernáculo sea un ángulo de ataque interesante de la obra de Evans, pero ¿ debe ser el único hasta convertirse en un prisma que deforma ? ¿ Es necesario incluir la palabra "vernáculo" en cada cartel, en cada comentario en las paredes, por lo menos veinte veces (ver abajo, 5 veces en 8 lineas) ? se sale con sensación de sobredosis, con la sensación de que somos como niños sin posibilidades para reflexionar por sí mismos ni de construir nuestro propio enfoque de la obra de Evans.



Walker Evans, ¿ Christ or chaos ?, 1943



Para apoyar ese propósito único, la exposición está hiper-fragmentada en numerosas secciones pequeñas, de las cuales, algunas tienen sentido y otras se repiten de forma indebida, como para inculcar mejor el mensaje. Seamos claros, es evidente que una parte de la obra de Evans se refiere a lo ordinario, a lo cotidiano : fotografiaba las cosas de cada día, y, nos explican, le gustaba coleccionar enseñas y objetos publicitarios (le dedican una sección completa a su colección). Le gustaba también fotografiar basuras, como lo subraya Julie Jones en el catálogo; pero la ecuación basura=doméstico, popular, vernáculo, me parece excesivamente limitadora. Me hubiera gustado también, dentro de ese tema, que la fascinación de Evans por la escritura, por las letras pintadas o recortadas, no hubiera sido reducida a un interés por la enseña vernácula, sino que hubiera tenido un enfoque mas semiológico o literario (¿ qué pensar entonces de ese "Christ or chaos ?).



Walker Evans, Kitchen corner, tenant farmhouse, Hale County, Alabama, 1936


Al énfasis voluntario sobre lo vernáculo, le cuesta mucho, naturalmente, incluir todo su trabajo humano, social (y en esas secciones, la palabra desaparece, o casi) : reducir los humildes, la gente sencilla que fotografía (ya sean las famosas imágenes de la FSA, la gente del metro o los pasantes capturados en la calle) a su dimensión de personas ordinarias, es decir, vernáculas, es ignorar la dimensión social, política y de protesta de su obra. Basta con leer a James Agee*, en particular la primera versión de su texto, rechazado por Fortuna (Algodoneros), para entender que esas fotografías duras, implacables, protestarias, no pueden reducirse a un pintoresco vernáculo : el punto clave que se refleja en cada una de esas fotografías no es el rasgo humilde y vernáculo de la escoba en un rincón de la cocina (foto fantástica), es la denunciación virulenta de una situación económica injusta.



Walker Evans, License photo studio, New York, 1934



La otra dimensión que me parece se minimiza con esta lectura única es la auto flexibilidad de su obra : es verdad que cuando Evans fotografía el letrero de un fotógrafo de Nueva York o el famoso estudio de fotos de identidad (cuya presentación en papel de colgadura detrás de las rejas me parece bastante reveladora, arriba), podemos presentarlo como su interés por las vitrinas de las tiendas, tema bastante vernáculo. Implica dejar de lado el hecho de que se trata de fotografiar fotografías, de crear una mise en abyme mucho más compleja que eso. La supresión del autor (por ejemplo en la serie de los pasantes), la búsqueda de sencillez, y el uso del aparato como grabador automático e impersonal, me parecen ser temas ontológicos que hubieran merecido más atención puesto que apenas los evocan.




Vista de la exposición, cartel


Además, incluir a Erich Salomon, las fotografías de la NASA y las del champiñon atómico de Nagasaki bajo la bandera de lo vernáculo (en el catálogo pag.11), es ir demasiado lejos. Ello no impide que sea una exposición apasionante, pero les aconsejo que no lean nada de los textos de presentación y que definan su propio recorrido, yendo y viniendo, seleccionando sus temas predilectos ("profanando" el museo, si me atrevo, desacralizando la exposición para construir su propia lectura). Incluso si hay que hacer dos o tres visitas, de las cuales una sería dócil y vernacularizada, y otra mucho más humana, social y política y la tercera reflexiva y ontológica (o enfocada sobre la fotografía de letras, por ejemplo), para luego intentar una síntesis. 


Fotos 1 & 5 del autor


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Monumento por una poetisa difunta

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03 de julio de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí) 




Vista de la exposición : Ângela Ferreira, Talk Tower for Ingrid Jonker, 2012, à Appleton Square, Lisbone, 2017




La poetisa sudafricana Ingrid Jonker se suicidó el 19 de julio de 1965, a los 32 años, se ahogó en el océano de Three Anchor Bay cerca del Cap, frente a Robben Island (una película sobre su vida). En su discurso inaugural ante el primer parlamento democrático de Sudáfrica el 24 de mayo de 1994, Nelson Mandela leyó uno de sus poemas "The Child who was shot dead by Soldiers in Nyanga".  
En el centro de arte Appleton Square (hasta el 27 de julio).
La voz ronca de Mandela leyendo resuena. En la otra sala, la artista portuguesa Ângela Ferreira presenta la maqueta de una torre constructivista que le gustaría construir sobre la playa en homenaje a Ingrid Jonker (ya la ha mostrado en Londres). Ello se inscribe en la linea de su trabajo modernista en torno a la colonización. Es una obra fuerte y sencilla, acompañada con algunos dibujos preparatorios de la torre (y del monumento de Tatline, inspiración evidente), y de fotografías por Paul Grendon de la playa del drama.




Paul Grendon, Mouille Point, 6.20pm, 10 mai 2012


Foto 1 del autor


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