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El antirretrato, o las mentiras de la cara

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08 de junio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Jorge Molder, Nox series, 1999, Vintage gelatin silver print and mirror, each 120x102cm


Al mismo tiempo que la traducción al portugués del extraordinario libro del historiador de arte alemán Hans BeltingFacesEine Geschichte des Gesichts de 2013 (traducido al francés por Gallimard en 2017), el Museo Berardo presenta una exposición alrededor de ese tema, Historia de las caras, Variaciones Belting (hasta el 15 de septiembre); y es una excelente ocasión para leer de nuevo el libro de Beilting, en particular sus análisis de la obra de algunos artistas presentes en la exposición (en primer lugar, Jorge Molder, a quien Belting consagra unas diez páginas irresistibles; también Duchenne de Boulogne, Cindy Sherman, Christian Boltanski o el fisiognomista J.K. Lavater). Para ir más allá de las tesis de Belting, los comisarios han insistido, no sobre la cara como retrato sino más bien como herramienta plástica, como elemento de lenguaje pictórico, como material hecho para ser trabajado, modificado, enunciado. 

Jorge Molder, Nox series, 1999, detalle

Desde la entrada, nos acoge una composición (de la serie Nox) de 24 fotografías grandes, austeras, en blanco y negro de Jorge Molder, nos impresiona, de cierta manera, lo que es, su marca de fabrica : como lo escribía yo a propósito de su Juego de 54 cartas«el tema no es el autorretrato, Molder no representa sus emociones y sus estados de ánimo, él no entra en la categoría de los autorretratistas sistemáticos. Tampoco utiliza su cuerpo para personificar o contar una historia. Su cuerpo, su cara, sus manos, son simplemente el material que usa.» O, como dice el mismo Belting más elocuentemente que yo, «fotografí[a] un doble ataviado con la máscara de su propio rostro», subrayando la «ambivalencia programática entre la cara y las máscara». Aquí no vemos sino su cara saliendo de la oscuridad, en medio de juegos de sombra, borrosos, fundidos, salpicaduras, roturas: todo un lenguaje visual que se despliega prácticamente sin emoción (a parte, quizás, el juego de los bigotes de gato). Una cara, no un retrato. 

Miguel Ângelo de Sousa, Untitled, 2005. Inkjet print on rag paper. Private collection


Con Ângelo de Souza, la cara no es más que una simple forma, un motivo evocado, un indicio: la serie no muestra sino pañuelos de papel arrugado, en los que unos huecos pueden evocar los ojos o una boca. Son lo más primitivo en máscaras, y toda la primera parte del libro de Belting lleva una máscara sobre la cara, la articulación de la una con la otra, y, claro está, su dimensión mortuoria. Justo al lado, una máscara mortuoria prehistórica de Jericó en Palestina, se ve en 3D (reemplaza el objeto), subraya el origen de la imagen en los ritos funerarios.

Eduardo Nery, N.º 39, 2003, From the series Metamorfoses. Photographs. Museu Calouste Gulbenkian — Coleção Moderna (Phot. Paulo Costa)


Eduardo Nery (más conocido por su « op-art » y sus azulejos) explora en especial la fusión entre cara y máscara en su serie Metamorfosis, allí, el artista combina máscaras africanas y caras. Culturalmente, la máscara está hecha para animarla, la persona que la lleva le da vida, pero aquí la cara es rígida y se convierte en máscara: el paso de lo vivo a lo mortal posee algo inquietante y pertubador. No se trata tanto de prótesis o de simples reparaciones (como en el caso de Kader Attia, por ejemplo), sino más bien de la amenaza de una experiencia, de una clonación, de transhumanismo, de hombre aumentado (o disminuido). Sabemos bien (incluso antes de Roland Barthes) que fotografía y muerte tienen una parte en común (y la oscura instalación de los Suizos muertos de Bolstanski, con sus 364 retratos necrológicos, lo recuerda con elocuencia aquí), y la ambigüedad de las imágenes de Nery entre vida y muerte es elocuente. 

Thomas Ruff, Carol Pillar, 1989. C-print. 215.9 x 165.1 cm

Al fondo del pasillo, completamente al final de la exposición, vemos de lejos un retrato, en el que reconocemos el estilo de Thomas Ruff: frontal, sencillo, sin emoción. Un retrato de verdad, se dice uno, un joven sauve y fino, no una máscara, ni un juego, ni un híbrido (la foto data de 1989, aunque no fue sino en 1994, me parece, que Ruff comenzó a experimentar con sus retratos compuestos). Pero i no ! Hay que llegar al cartel para darse cuenta de que se trata de una tal Carol Pillar, para entender que la ambigüedad, la duplicidad, el desdoblamiento también forman parte de la duplicidad de la cara. Esta joven andrógina contribuye a su manera en la deconstrucción de la cara, la falsedad del retrato y la negación de la simple realidad. 

G. B. Duchenne de Boulogne, Fisiología de los movimientos demostrada con la ayuda de la experimentación eléctrica y de la observación clínica y aplicable al estudio de las parálisis y de las deformaciones, Cortesía: Photographic Agency of the RMN — Grand Palais

Igualmente, ¿cuál es la realidad de la cara del paciente de Duchenne de Boulogne? Un  cara auténtica, claro, de carne y hueso, de pelos y ojos, pero cuyas expresiones ya no tienen nada que ver con la emoción: son simples reacciones a estimulaciones eléctricas, mímicas de sorpresa o de risa obtenidas sin límites por el médico. La cara no es más que una herramienta maleable, una hoja blanca sobre la cual se puede pintar tal o tal sentimiento. Esta deconstrucción de la cara continúa con los juegos de Cindy Sherman, con la máscara de la película de Franju de la que Lucia Prancha muestra algunos fragmentos, al tiempo que muestra también las publicidades para tratamientos anti arrugas y otros (antes y después), con los retratos simbólicos de Fernando Lemos, o las composiciones por Instagram de André Martins.

Marlene Monteiro Freitas, Guintche, 2010, capture d’écran vidéo (Bob Lima)

Entonces aquí, son raras las caras vivas y expresivas. Hay algunos retratos clásicos (autorretratos de José de Almeida Furtado y de Almada Negreiros, bustos de Soares dos Reis, lienzos kitch de Louis Shabner, pero no es el tema principal (al contrario de esta exposición pasada). Toda cara es una construcción. Se nos han grabado dos obras que son, en esta linea, particularmente expresivas: la película Guintche en la cual la bailarina de Cabo verde Marlene Monteiro Freitas hace una pantomima desenfrenada y embriagante que le dan a su cara las expresiones más extremas. Y (abajo) un cuadríptico de Ana Mendieta, rubia o morena, triste o impertinente, actuando todas las expresiones con su cara: siendo al mismo tiempo un instrumento del lenguaje pictórico, la cara no es neutra (como en esta otra obra de Ana Mendieta), y es también para estas dos mujeres una herramienta de expresión.

Ana Mendieta, Facial Cosmetic Variation, 1972. Colour photographs, 110.5 x 78.3 x 2 cm

Hay que señalar también varias vitrinas con libros (Descartes, Darwin, Lavater, della Porta, Le Brun, Lombroso, Esquirol, Galton, « brown Erna » Lendvai-Dircksen, …), que dan testimonio de la calidad de la documentación de las dos comisarias. Es una pena que no haya un catálogo propiamente dicho sino una simple selección de citaciones de Belting y de algunos de esos autores, además de unas cincuenta imágenes (de las cuales una buena tercera parte no está en la exposición), pero sin un verdadero ensayo que complete o interprete la obra de Belting.



Fotos cortesía del Miseo Berardo, excepto las n°s 2 &5 (del autor) y el n°7.



« Los pensamientos son libres »

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10 de junio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Kovi Konowiecki, Steven, Fence, 2018

Se trata de fotografías del Oeste estadounidense, pobre y venido a menos, de un desierto lejano en donde solamente viven gentes lastimadas por la vida. La luz es bellísima, y el desierto Mijave puede ser espectacular; pero para fotografiar a sus habitantes hay que demostrar amor, empatía, ternura, complicidad, y es lo que el joven estadounidense Kovi Konowieck ha intentado hacer. En las antípodas de una fotografía etnográfica, « colonial », folclórica; se acercó lo más posible a esas personas heridas y les regaló dignidad. 


Kovi Konowiecki, Abandoned House, 2018

Así como Slab City, no muy lejos de allí, fotografiada por Laura Henno, tenía un tono más bien, « hippy new age », aquí la gente está sin pulir, no hay sofisticación, no hay discursos politico filosóficos, pero tienen una gran fuerza poética. Esos hombres y mujeres posan dignamente, tranquilamente, son libres y fuertes, a pesar de todas sus debilidades. 

Kovi Konowiecki, John, 2018

En muchas de esas imágenes vemos cercas metálicas, que sirven para apoyarse, que delimitan y encierran, o que protegen. Las imágenes en blanco y negro (Driftwood) parecen más trágicas, más desesperadas. La exposición dura hasta el 28 de junio en el Espace SP620 en Oporto; un proyecto original.


Susan Hiller, Die Gedanken sind frei, 2013

También vimos en Oporto, en Serralves (hasta el 30 de junio), una instalación de Susan Hiller (fallecida hace poco, que yo admiraba hace tiempos y a quien Serralves dedica una retrospectiva en 2005) : un magnifica rocola en la que podemos escoger uno entre un centenar de cantos revolucionarios desde la guerra de los campesinos en Alemania en el siglo XVI (por otro lado, tema de esta novela, muy actual) hasta la primavera árabe. Esas canciones evocan recuerdos (como magdalenas, dice Susan Hiller) o son descubrimientos : muchas son canciones sobre la Resistencia contra los nazis, los derechos cívicos, la emigración, las mujeres, Palestina, Tíbet.


La instalación se llama « Die Gedanken sind frei », « Los pensamientos son libres » : es el título de un canto alemán de principios del siglo XIX, prohibido por los nazis. Susan Hiller descubrió esta música durante su proyecto « J-Street », en un pueblo que estaba fotografiando y filmando, oyó un carillón que dispersaba unas notas, y, sin saber lo que era, lo incluyó en la película del proyecto. En la instalación la escucha es colectiva, con cascos : alguien escoge y todos escuchan, durante la espera y la escucha se establece cierta forma de comunión silenciosa. La instalación fue mostrada en documenta 13, en 2012; el folleto Song Book se convirtió en objeto de colección.

Fotos Konowiecki courtesía de Salut au Monde, fotos Hiller del autor.

Lisboa cultural

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11 de junio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Daniel Blaufuks, I spy (detalle), 2003

Las guías « 10+100, en el centro de la creación contemporánea » editadas por los talleres Henry Dougier presentan una ciudad en tres facetas : 10 entrevistas de artistas y creadores, 10 lugares culturales « imprescindibles », y 90 otros lugares, clasificados en las categorías « arquitectura y diseño », « artes visuales », « artes animados, teatro y danza », « cine », « conciertos, música y clubbing », « literatura », « arte de la calle » y « en el cruce de los artes » para los lugares polivalentes.

Vista del MAAT desde el Tajo

La guía sobre Lisboa es la quinta de la colección (después de Berlín, Atenas, Moscú y el triplex Brest-Nantes-Rennes). Los diez lugares culturales que presenta (sobre todo museos) son bien conocidos, peo su presentación nos da una perspectiva histórica que algunas veces ignoramos. Podemos discutir ciertas opiniones subjetivas (¿es Joe Berardo atrabiliario? ¿las salas del MAAT están hechas para exposiciones de arquitectura e instalaciones y se adaptan a las exposiciones de lienzos o de foto, por bonita que sea la arquitectura de Amanda Levete?), pero, en total, es una presentación bastante clásica de esos lugares de cultura. 

Vhils, Marielle Franco, 2018 (f. Bruno Lopes)

El interés principal de la guía, para quien ya conoce los grandes lugares emblemáticos, está en los otros 90, de Abysmo a Carpe Diem (hoy sdf) : es la oportunidad, incluso para un conocedor de descubrir algunas cosas, y, por mi parte, ya he previsto ir a ciertos lugares, de los cuales, qué vergüenza, ignoraba la existencia, como la Casa de Achada o A Ilha. Completan el capítulo informaciones prácticas y planos por barrio. 

Vera Montero, Talvez ela pudesse dançar primeiro e pensar depois,1991

90 páginas de las 160 están dedicadas a diez artistas portugueses : una artista plástica (Joanna Vasconcelos), un fotógrafo (Daniel Blaufuks), un artista callejero (Vhils), un hombre de teatro (Tiago Rodrigues), una coreógrafa (Vera Mantero), un arquitecto (Manuel Aires Mateus), una cineasta (Teresa Villaverde, cuyo trabajo se muestra en estos días en Pompidou), y, algunos desconocidos para mí puesto que alejados de mis centros de interés personal, un caricaturista, una pareja de estilistas y un duo de músicos. Cada quien es una figura de primer plano en su arte, incluso si podemos ser críticos por el lugar que ocupan algunos o algunas (así, yo hubiera preferido Pedro Cabrita Reis, pero cada quien elige : aquí ha elegido Mathieu Sodore que vive en Lisboa desde hace 19 años y parece que conoce muy bien la escena local). Cada artista cuenta sus vínculos personales con Lisboa, describe su manera de trabajar y habla de la vida cultural, de sus riquezas y de sus coerciones, a veces de forma bastante convencional y otras con más espíritu crítico, y al menos de forma discontinua (poca participación del gobierno, conservatismo de muchas instituciones, pequeñeces y mezquindad, dificultades para ser reconocidos fuera del país); es sorprendente pero nadie critica la educación artística de aquí. Las dos introducciones son del historiador de arte Anisio Franco y del escritor Afonso Cruz, proponen una perspectiva más histórica que crítica. 


Aires Mateus,Casa en Leiria 2008-2010

Entonces si usted pensaba que el interés de Lisboa se resumía a la comida, al vino, al sol, al fado y al costo de la vida, dese prisa y lea este libro, aunque no sea perfecto, para que descubra la riqueza cultural contemporánea de esta ciudad. 

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Magritte, la línea de la vida

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12 de junio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Magritte, Life Line, Skira, 2018

Existen tantas trivialidades sobre Magritte, tantas necedades para adolescentes soñadoras, tantos tópicos, que la reciente publicación de este libro es un regocijo (en inglés y en italiano[y también en francés, me dicen, pero yo había recibido la versión inglesa], ediciones Skira; se trata del catálogo de una exposición en Lugano y en Helsinki. Subtitulado La línea de la vida, tiene como eje una conferencia (reproducida en el catálogo) que Magritte dio en 1938 en Amberes y en la cual, acontecimiento raro, enuncia sus influencias y analiza algunas de sus obras. Dos de los autores del catálogo, Xavier Cannone y Guido Comis, se interrogan (¿demasiado?) detenidamente sobre la influencia de Chirico, cuando y a través de quien Magritte descubrió su trabajo y cómo lo influenció; en cambio me parece que no hablan lo suficiente de Max Ernst. Pero es verdad que en 1938 hay un cambio. Durante sus estancia en Perreux, de 1927 a 1930, Magritte « descubre » su camino, es su periodo más fecundo. Pinta entre dos y tres lienzos por semana y empieza sus « cuadros de palabras ». De regreso a Bruselas continúa con ese ímpetu, al mismo tiempo que debe pasar mucho (demasiado) tiempo haciendo trabajos publicitarios remuneradores (muy interesantes además, que merecerían su propia exposición). 


René Magritte, Les Voies et les Moyens, 1948, óleo sobre lienzo 55x46cm, col. privada

Luego, bajo la ocupación alemana, Magritte, más o menos deprimido, decide representar « el lado bueno de la vida », cuadros solares, que denomina su periodo Renoir, y que son terriblemente malos, sin pensamiento, sin estilo, sin gracia, sin talento. ¿Toca fondo a causa de la guerra? Podríamos pensarlo, i pero no ! Después de la Liberación, invitado a exponer en París, pero molesto de que fuera en una galería de segunda categoría (Galerie du Faubourg), y más o menos disgustado con los artistas franceses (Breton en primer lugar), envia diecisiete lienzos y diez aguadas, lo que constituye su « Période vache » (lienzo de aquí arriba): quizás sea su encuentro con Picabia en 1946, víctima también de la fascinación por lo vulgar, lo feo, lo « vache », lo que lo conduce a insistir en ello, pero más vale olvidar todo eso.


René Magritte, La Joconde, 1967, bronze, 248x177x99.5cm, coll. privée

Pues, más o menos al mismo tiempo, Magritte (que no habla inglés, salvo estas tres palabras « Time is Money », según la entrevista de Suzi Gablik en el catálogo) parte a la conquista de América; o más exactamente, el galerista neoyorkino Alexander Iolas lo lanza entonces con éxito. Es apasionante leer el ensayo de Julie Waseige sobre el tema, con el título « Compromiso entre arte y negocio ». Iolas le dice a Magritte lo que tiene que pintar para que se venda y Magritte lo hace. No es que sean cuadros malos, al contrario, el periodo 1946-1964 es fecundo (muere en 1967), pero son un abanico de una formula entonces bien controlada, la tensión poética que incomoda entre visible aparente y visible escondido. Antes que pintor Magritte se volvió « filósofo » al expresar sus ideas a través de sus cuadros, y, dice él mismo, una vez que he encontrado la idea me aburre pintar, así se lo confesó a Suzi Gablik, quien vivió varios meses en casa de los Magritte en 1960/61. Además, Magritte logra cierta comodidad económica y puede darle al fin a su mujer (quien, en 1930, no se quiso quitar un crucifijo lo que provocó una disputa entre su marido y Breton) el confort con el que siempre había soñado; él se convirtió dice la autora, en un pintor « nine-to-five », un pintor funcionario. Es también uno de los puntos interesantes del libro, abordar este aspecto de la vida y la obra del pintor que a menudo se ha dejado de lado. Una pequeña crítica, en el catálogo falta la lista de las obras que mostraron en las dos exposiciones. Abajo, una escultura póstuma, a partir de una aguada de 1964 : Magritte, siguiendo una sugestión de Iolas, seleccionó ocho de sus imágenes para hacer esculturas, aprobó los modelos de cera en el taller de fundición Gibiesse de Verona, pero murió antes de que colaran el bronce. 


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Vasco Araujo un artista de palabras

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16 de junio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Vasco Araujo, Sabine / Brunilde, 2003, captura de pantalla video

Hay una (pequeña) retrospectiva de Vasco Araujo en Central Tejo (hasta el 9 de septiembre), la fábrica eléctrica que ahora forma parte del MAAT. Para el que ha visto varias de sus exposiciones en diferentes lugares (o aquí), es una buena ocasión para tratar de sacar lineas directoras (aunque muchas obras -como los dibujos más recientes, que disfruto menos- no están, tampoco el excelente conjunto volcánico). Videos, instalaciones, esculturas, fotografías, son sus modos de expresión, pero lo que resalta en esta exposición es la importancia de las palabras en su obra.

Vasco Araujo, Protocolo, 2003, instalación

Palabras escritas, primero, la historia del zapatero y de Ms. Graham en la pared de la entrada, detrás de decenas de hormas de zapatos (foto de abajo); luego dípticos en los cuales la foto de uno de los protagonistas, extrañamente familiar, corresponde con un diálogo en el cual dos seres algo perdidos hablan de soledad, sufrimiento, amor, seducción; otros montajes textos fotos, y  algunos manuscritos, sacados de Cartas a un joven poeta de Ranier Maria Rilke, mientras que las imágenes parecen sacadas del album de una familia burguesa portuguesa; o poemas en las tapas de cajas de sombreros. El más necesariamente textual es el saloncito azul con la instalación « Protocolo » : un cuadro en la pared, unas fotos de besamanos sobre un escritorio, y un cuaderno manuscrito que hay que leer completo para entrar en una extraña historia de juego fascinación a través del travestismo. 

Vasco Araujo, The Girl of the Golden West, 2004, captura de pantalla video

Las palabras de Vasco Araujo no son neutras, ni por el estilo ni por el tema. Ya sean citas o textos redactados por él, se reconoce una singularidad, un tramado, una suspensión que dejan el sentido abierto sin dejar de cuestionar y abrir perspectivas. Sus frases son declamadas, hechas para ser leídas en voz alta, con silencios, suspiros, cortes bruscos, repeticiones, aliteraciones, y signos interrogativos. En cuanto al sentido, parece que ha elegido privilegiar la psicología, la tristeza, la incertidumbre, la ambigüedad (mientras que otras piezas, como éstas, preguntan más sobre cuestiones sociales, políticas, coloniales, « exóticas »). Una excepción, sin embargo, y magistral : la última sala con dos vídeos, The Girl of the Golden West, ya comentado hace cuatro años, en el cual los derechos del hombre se convierten en la clave de lectura de la opera de Puccini. 

Vasco Araujo, Perruque, 2005, vista de instalación

Eco, es la primera obra que vi de él (en 2008 en el Jeu de Paume) y que presentan aquí : seis personajes, hombres, niño, mujer, que hablan todos con la misma voz adulta (la del artista), un diálogo hecho con aforismos, exclamaciones repetidas, según Pavese. En una sala con pelucas sobre presentadores, pelucas sin cara a las hay que acercarse bastante para experimentar el contacto mitad sensual mitad repulsivo de los cabellos sintéticos y escuchar voces que  cuentan una existencia  un poco triste siempre y la necesidad de llevar peluca, otra forma de máscara. 

Vasco Araujo, La Schiava, 2015, captura de pantalla video

Y en fin y sobretodo, las palabras no son solamente escritas y dichas, también se cantan. El día de la inauguración de la exposición, llegaron en procesión un centenar de personas vestidas de blanco, cantando el lamento de los hebreos presos en Babilonia en Nabucco (miren en video el episodio famoso con Ricardo Mutti, también un símbolo de libertad). En la exposición, detrás de una cortina de escenario, una pantalla doble, una historia doble : en la una la cantante Sabine Urban, en escena, trabaja el papel de Brunhilde en el Crepúsculo de los dioses (foto arriba), en la otra, la misma, en la ciudad, cuenta su vida desdichada a una psicóloga (en parte en voz superpuesta). Y naturalmente, Sabine Urban no existe : los juegos entre ficción y realidad, entre actriz y papel, entre escena y vida, entre Alemania (de donde es ella) y Portugal (su marido, desposado a los 20 años, era un revolucionario -ficticio- anti Salazar), entre cuerpo expuesto, controlado, cantando, y cuerpo encerrado, nervioso, agitado en su sofá, las manos huesudas; juegos que dan un buen esquema de lectura de la obra de Vasco Araujo. En la última sala, el video La Schiava sobre Aïda (con la voz de Leontyne Price y la cara de Jenny Larue) es también una obra política en la cual textos de Frantz Fanon, de Edward Saïd y los pequeños avisos de cartón sobre la opera (como insertos de una película muda) vienen a pintar una reflexión sobre el neocolonialismo y la historia de la esclava atormentada entre dos lealtades. Creo, salvo error, que es la obra más reciente de la exposición. 

Vasco Araujo, O Carteiro toca sempre duas vezes, 2000, captura de pantalla video
Para terminar, uno de los hilos conductores de la obra de Vasco Araujo es lo doble : desdoblamiento de Sabine entre su vida y su papel, travestismo del artista que aparece en fotos y videos, maquillado y vestido de mujer, eco sextuple de los personajes de Eco, formas de zapatos como máscara del pie (aquí abajo), pelucas como máscara de la cara, multiplicidad de las representaciones de una cantante vuelta anónima a través de recortes de prensa, y, desde el principio, en su primera obra, presentada sobre un televisor pequeño en la entrada, El cartero siempre llama dos veces, estamos ya ante un juego de cuerpos desdoblados. 

Vasco Araujo, Lasts, 2012, vista de instalación
En resumen, no es verdaderamente una retrospectiva, sentimos que hayan seleccionado tan pocas obras políticas en relación con el (neo) colonialismo, pero es una forma muy interesante que da una visión global de su trabajo. Parece que en julio saldrá un catálogo. Mientras tanto, su página web está muy bien hecha y tiene muy buenos textos sobre él. Y, durante una semana más, se pueden ver algunas obras en esta galería de Oporto.

Fotos 1, 2 & 3 procedentes de la página del artista.
Fotos 4 a 7 del autor.

Antonello da Messina, pintor de miradas, sonrisas y sufrimiento

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17 de junio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Antonello da Messina, edited by Caterina Cardona & Giovanni Carlo Federico Villa, Skira, Milan, 2019,

Ignoraba que Antonello da Messina (1430-1479) fuera un «descubrimiento» reciente : primera exposición colectiva en 1935, primera personal en 1953. Una exposición en Milan (que acaba de cerrar y que no vi) ha dado lugar a este bello libro, editorial Skira (en inglés y en italiano), que es mucho más que un catálogo de exposición. En la exposición mostraron 19 obras pero el catálogo no dice cuales y presenta 35. En efecto, siempre hemos conocido a Antonello pero sin percibir la amplitud de su obra (muchas atribuciones erróneas a flamencos, bastantes a van Eyck o a alemanes como Dürer), y fue un erudito del siglo XIX, Cavalcaselle, el primero que intenta hacer una recensión de sus obras (y el co-comisario Giovanni C.F. Villa le consagra un ensayo elocuente, con numerosas reproducciones de los carnets de dibujos de Cavalcaselle). El catálogo tiene también textos de historiadores del arte, muy bien hechos, pero a veces los unos y los otros se repiten, y a veces se concentran demasiado en los detalles (como la historia de la familia que poseía la Virgen de Palermo, más abajo), y un estudio erudito técnico al final del volumen : al contrario de la leyenda de Vasari, no fue Antonello quien importa la pintura al óleo a Italia pero si es cierto que fue más cercano que sus compatriotas a los pintores de Brujas, Bruselas y Provenza, lo que extraña de parte de un siciliano de la periferia de la península (aunque haya estudiado en Nápoles y pasado varios años fructuosos en Venecia).  

Antonello de Messine, San Jerónimo en su estudio, hacia 1475, óleo sobre tilo, 45.7×36.2cm, National Gallery, Londres

El catálogo tiene también cinco introducciones cortas de escritores italianos, salvo la de una estadounidense originaria de la India. Son reflexiones o ensueños sobre las obras de Antonello en las que los autores dan rienda suelta a sus sensaciones : a veces (tres casos entre cinco) muy conmovedor, dos a propósito de los Ecce Homo y de su representación del sufrimiento tangible, una a propósito de San Jerónimo en su estudio y de la extraordinaria composición de espacio y de luz, de orden y desorden que reina en ese microcosmos (arriba). Pero como la pintura de Antonello es muy psicológica y como es entonces uno de los pintores que mejor sabe mostrar la vida interior, el peligro es que un autor emprendra fácilmente un análisis de sentimientos muy simplista del modelo (es más o menos el caso aquí con el Hombre Joven de Filadelfia y el Hombre de Turín).

Antonello de Messine, San Benedicto (detalle), hacia 1471-1472, óleo sobre álamo, total 105x4305cm, Castello Sforzesco, Milan; en depósito en la galería Uffizi en Florencia de 2015 à 2030

Puesto que Antonello es (o en todo caso es así como queda en la historia) un pintor de retratos : de las treinta y cinco obras listadas, solo unos doce no son retratos religiosos o civiles (y, podríamos decir que el San Benedicto, en el fondo, es también un retrato; detalle abajo). Lo que sorprende enseguida en Antonello y que siempre recordamos, son ante todo los ojos, la fuerza y la sensibilidad de las miradas, a menudo directas (lo que entonces no era frecuente), y algunas reseñas del catálogo han hecho bien diciendo (siguiendo con San Benedicto) « una mirada cansada en la cual dos pequeños toques de blanco de plomo en los iris medio escondidos por la pesadez de los párpados sugieren la intensidad de la búsqueda de expresividad de Antonello » (p.152, mi traducción).

Antonello de Messine, Portrait du marin inconnu, vers 1470, huile sur noyer, Museo della Fondazione Mandralisca, Cefalu

Antonello, también son sonrisas : varias décadas antes de Mona Lisa, dibuja la sonrisa enigmática del (pretendido) marinero desconocido de Céfalu, que aparentemente consiguieron en donde un apoticario de Lipari, pero parece que es el obispo local, contento de sí, en misántropo burlón (aquí arriba). El Hombre joven del Metropolitain (como llamarlos de otra manera puesto que no tienen ni nombres ni indicaciones) exhibe una sonrisa tan misteriosa como la de Mona Lisa. En cuanto al Hombre joven de Berlín, más serio, ¿ no diríamos que se va a poner a hablar ?

Antonello de Messine, Ecce Homo, 1463-1465, tempera sobre madera, 19.5×14.3cm (recto),
col. privada, NYC

Es con el Cristo y en especial con los Ecce Homo, que Antonello pinta otra emoción, el dolor, el sufrimiento. El pequeño texto del escritor siciliano Roberto Alajmo que abre el catálogo, pone en perspectiva los seis cuadros sobre ese tema (en una colección privada, aquí arriba, en el Metropolitano, en Plasencia, en Génova, en el Louvre -el Cristo de la columna- y en Mesina, aquí abajo), a los que podríamos añadir la Piedad del Prado : lo hace en una perspectiva más literaria que cronológica y muestra como el rostro de Cristo expresa una tras otra, la modestia (col. privada), la vergüenza (Metropolitano), la desesperación (Génova y Plasencia, la incomprensión (Louvre), y finalmente la aceptación melancólica de la derrota (Mesina, que al contrario de lo se lee de vez en cuando por ahí, no es una Piedad, el Cristo está vivo). La obsesión de Antonello con el rostro derrotado del Cristo era probablement religiosa (y Alajmo imagina, a un Cristo Sísifo, luchando en vano para ser el vínculo entre Dios y la humanidad y fracasando) y en todo caso plástica. También hay otro pequeño texto, más teológico, de Giorgio Montefoschi sobre el Ecce Homo de Plasencia.

Antonello de Messine, Cabeza de Cristo (Ecce Homo), hacia 1463, tempera sobre madera, 15×10.7cm (recto), Museo Regionale, Messine

Lo que esos retratos de Cristo indican también es una gran cercanía entre lo divino y nuestro mundo profano, una cercanía física, palpable. El cuadro que mejor indica ese punto de vista es sin duda la Virgen  « anunciada » de Palermo (más que la de Munich, el instante siguiente, el anuncio hecho y aceptado) : ni arcángel Gabriel (como aquí), ni Espíritu Santo en paloma, ni homúnculo descendiendo en aeroplano al oído de María, únicamente un soplo ligero (¿angélico?) que agita las páginas del libro, una mirada de sorpresa, una mano inquieta que se crispa sobre el vestido, confiada, que viene hacia nosotros, que franquea el espacio entre la Virgen y nosotros. Es sin duda su cuadro más complejo, mejor logrado. Pero hay que hablar también de San Sebastián y del alabardero acostado en el fondo (aquí abajo), de los Calvarios (de Sibiu, de Londres y Amberes), del Condotiero leporino (figura central para Perec, pues el dominio del mundo se encuentra significado con el dominio del pintor, de ahí su novela sobre lo falso). 

Antonello de Messine, Saint Sébastien, 1478-1479, huile sur bois transférée sur toile, 171x85cm, Staatliche Kunstsammlung, Dresde

Bueno, un libro bien hecho, con bonitas reproducciones y muchos detalles, textos en su mayoría interesantes y bien documentados (con muy poco errores, como la confusión entre Ferdinando Bologna y Federico Zeri pág.275). Pero la idea de ilustrar el ensayo biográfico de Renzo Villa únicamente con los cartellini 
en los que figura la firma de Antonello sería entretenido si no faltaran sistemáticamente las referencias a las páginas de las obras en los textos; para referirse pues no hay referencias o lista, hay que mirar el catálogo todo el tiempo y no es nada práctico. No hay ni índice de obras ni de museos, ni de nombres propios : no es digno de un libro científico. Pero es mi único reproche. 

Libro recibido en servicio de prensa.


Banksy : la deshonra

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18 de junio de 2019, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)



Afiche de Bansky

Recuerden aquel dibujo de Banksy que él destruyó después de su venta en subasta : pues bien, nos gustaría que destruyera también esta exposición, que después de Moscú, San Petersburgo y Madrid, acaba de llegar a Lisboa (hasta el 27 de octubre). Se trata de una farsa comercial organizada por coleccionistas especuladores anónimos (¿rusos? un misterioso Andrew Lilley) contra la voluntad del artista y sin haberlo informado, sin ninguna profundidad y llena de aproximaciones y errores : Charlie Brown es el personaje de una película de 1969 (sin ninguna referencia a su creador, Charles Schultz en 1950), el muro de separación con Palestina está en Gaza (???) y ha sido erigido « after a disagreement in 2002 » (entre Israel y los palestinos), dicen las explicaciones en la pared. 

detalle de un afiche de Banksy

Es totalmente insensato, una deshonra. Ni se les ocurra ir y (por otro lado) compren un libro sobre Banksy. Lo increíble (y sin vergüenza), es un texto en la pared que elogia la exposición de 2009 en el Museo de Bristol, la antítesis absoluta de este show comercial. Les regalo a continuación (no está en la exposición) una fotografía que tomé en 2008 de uno de sus dibujos menos espectaculares y poco conocidos, que estaba en la pared del edificio en donde yo trabajaba entonces (en Belén). 

Banksy Bethlehem (Hosh Hanania)


Fotos del autor

Artaud dibujante

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19 de junio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Paule Thévenin & Jacques Derrida, Antonin Artaud, Dessins et portraits, Schirmer/Mosel, Munich, 2019
 

Antonin Artaud, escritor, actor, dramaturgo, es cierto, ¿y dibujante? Es una faceta menos conocida de su obra, y el inculto (como yo) sólo conoce los retratos parisinos y los autorretratos del final de su vida. No obstante (después de una exposición en la galería Pierre en 1947) en 1987 hubo una gran exposición en Pompidou (no la vi). Al enterarme de la salida de este libro, esperé que fuera una reedición del catálogo de entonces. Pero no, no es así. Los textos de Paule Thévenin y de Jacques Derrida (« Forcener le subjectile ») son los mismos y hay bastantes reproducciones de obras. El editor lo menciona con discreción únicamente en el colofón (pág.255 : « La sección ‘Ilustraciones’ fue reducida levemente ») : no obstante, hay 62 ilustraciones y la n°62 aquí corresponde a la n° 116 del catálogo de 1987, o sea una reducción de al menos 47% que no podríamos calificar como « leve ». Además, como el texto de Paule Thévenin se refiere a la vez a los números del catálogo de 1987 y a los números (diferentes) de este libro, se pierde uno, al no encontrar fácilmente las imágenes de las que ella está hablando, o incapaz de entender su texto sobre una obra que ya no se ha reproducido. Ello impide una lectura agradable. 

Antonin Artaud, Autorretrato, 17 de diciembre de 1946, lápiz, 62x46cm, col. Florence Loeb, il. 54

Salvo algunas obras anteriores a 1939 (de las cuales sólo una figura aquí, en lugar de, unas treinta en el catálogo de 1987), podemos distinguir tres periodos : los «Sorts», dibujos temáticos hechos en su mayoría en Rodez en 1945/46, y los retratos y autorretratos tardíos en Paris (1946-48). Estos últimos son documentos interesantes, pero me parece que no son obras mayores, aunque algunos autorretratos, como este de aquí arriba, son de una gran intensidad.

Antonin Artaud, La escobilla, 5 de mayo de 1946, lápiz, 67x50cm, col. part.

El conjunto de dibujos temáticos de Rodez, con títulos como «El ser y sus fetos», «Las ilusiones del alma», «La execración del Padre-Madre» o «La escobilla o la escobilla del trono» (aquí arriba) son ciertamente bastante reveladores del estado de ánimo de Artaud cuando estaba en el hospital psiquiátrico y la señora Thévenin analiza minuciosamente cada uno de sus detalles. Puede que se molesten los Artaudfilos pero esos dibujos me parecen más interesantes por su dimensión psicológica que por su hechura, finalmente bastante simplista. 

Antonin Artaud, Sort, hacia el 22 mai 1939, pluma y tinta, lápiz de tinta violeta y tempera, papel quemada, 21×13.5cm, dorso, col.part., (dirigido a Roger Blin), il. n°8


En cambio me fascinaron sus «Sorts», interacciones entre texto y dibujo, entre lleno y vacío, que produce en 1939. En este libro sólo hay cuatro (a ambos lados)(además tres figurillas pág. 21 en N&B). El papel está perforado, quemado, manchado, coloreado de amarillo, rojo y violeta. Mme Thévenin ve talismanes, amuletos, defensas contra la desaparición (Artaud está entonces en el hospital psiquiátrico de Ville-Evrard). Para explicarle las huellas de quemadura al doctor Foucks destinatario del Sort del 8 de mayo de 1939, Artaud dice que quemó la página, y «desde entonces, está usted fuera del alcance de sus enemigos e iniciados puesto que usted se ha evaporado en humo» (p.58). Son en cualquier caso, piezas cargadas de energía, de una energía vital, vehemente, contundente, y me parecen, por mucho, las más interesantes del libro. 


Libro en servicio de prensa.


Prehistoria y modernidad

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19 de julio de 2019 por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




El tema del parentesco entre el arte prehistórico y el arte contemporáneo se plantea rara vez. El Centro Pompidou intenta hacer ese acercamiento y ha salido bastante bien (hasta el 16 de septiembre). Pero ¿ qué significa la palabra « arte » ? Podemos comparar el gesto creativo consciente de un artista moderno o contemporáneo, y ¿ el de este desconocido, de quien no sabemos nada, ni su  « cultura, », ni sus creencias, ni sus motivaciones, y de quien miramos, impotentes, atónitos e ignorantes, las creaciones, los objetos, pinturas y grabados murales ? La potencia de esta exposición consiste en los acercamientos que hace, a menudo audaces pero sobre todo estilísticos y formales. Su impotencia consiste, claro, en no poder contestar ante este enigma. 

Figure féminine dite Vénus impudique, Les Eyzies, époque magdalénienne, vers -16 000, MNHN Paris

Desde luego, podemos seguir un enfoque histórico y analizar cómo apareció la palabra « prehistoria », cómo los artistas se apoderaron de la idea de los orígenes integrándola en sus obras propias. Por supuesto, la toma de conciencia del « tiempo largo » (por ejemplo con los fósiles), la percepción de una cultura antes de la historia escrita, y sobre todo el descubrimiento y el reconocimiento del arte parietal marcaron a los hombres cultos, a sabios, a escritores y a artistas plásticos, agitando sus conciencias y llevándolos a relativizar su visión del mundo. 

Ana Mendieta, Esculturas rupestres n°98, cuevas de Jaruco, La Habana, Cuba, julio de 1981; fotograma de una película Super 8

Pero pocos de ellos (sin duda Bataille, también Ana MendietaMiguel Barceló abajo) han sido capaces de ir más allá de las parentelas formales y de acercarse al misterio de la creación prehistórica. Quizás solamente Ana Mendieta haya sabido soltar la rienda, abandonar sus referencias y de cierta manera, regresar hasta cierta forma de estado prehistórico. 

Miquel Barceló, Sans titre, 2019. Fresque murale en argile sur les verrières du Centre Pompidou

Efectivamente, Cezanne desentraña el paisaje antehistórico, Redon percibe el peso del fondo de los tiempos, Dubuffet y Max Ernst muestran formas minerales inmemoriales, Yves Klein realiza huellas de cuerpos (¿ qué tendrán que ver, más allá de la forma, con la manos sopladas de las cavernas ?), y los grafitis de Brassai son también huellas (una buena parte de la exposición hubiera sido mejor si la hubieran puesto en perspectiva con la búsqueda sobre las huellas, como aquí en 1997). ¿ Pero dónde estará el misterio ?

Figura femenina llamada «Venus de Lespugue» (cueva de Rideaux, Lespugue, Haute-Garonne), época Gravetiense (hacia – 23 000 ans). Marfil de mamut, 14,7 × 6 × 3,6 cm. Museo de ll’hombre, Paris
© MNHN – Jean-Christophe Domenech

Y no son los artistas contemporáneos los que van a ayudarnos  a ver más claramente, ni los dinosaurios de Chapman, ni las ligerezas kitsch de Marguerite Humeau, ni el tópico de Bertrand Lavier, ni la ridícula obra de Pierre Huygue, ni los experimentos fotográficos de Dove Allouche. Además es una lástima que no hayan incluido a Dallaporta, hubiéramos tenido por lo menos algo de densidad. 

Figura femenina llamada Idolo con ojos, Uruk, Mesopotamia, hacia -3000

Seamos claros : excepto algunos desaciertos (principalmente por parte de los contemporáneos), la gran mayoría de las obras presentadas son interesantes, tenemos un bonito panorama de lo que ha podido ser la influencia de la prehistoria sobre el arte desde hace siglo y medio, pero no hemos avanzado mucho en cuanto al misterio de la creación prehistórica.


El catálogo es muy completo en cuanto a la reproducción de las obras presentadas; tiene textos explicativos cortos muy bien hechos (por ejemplo sobre la escuela de Altamira, sobre la museografía prehistórica, o sobre la cueva en la arquitectura moderna), pero no realmente textos de fondo. Les Cahiers sacaron un número especial con una antología de citaciones y unas diez entrevistas con artistas contemporáneos.


Pero para sustentar verdaderamente la reflexión sobre el tema, hay que leer el libro Préhistoire, l’envers du temps (ediciones Hazan) de Rémi Labrusse, uno de los comisarios de la exposición, es mucho más elocuente que en el catálogo : en él tenemos una verdadera dimensión histórica y analítica, y terminamos la lectura (más de 200 páginas bastante densas) con la sensación de acercarnos un poco al misterio. 

Fotos 2, 4 & 6 del autor; foto 5 cortesía del Centro Pompidou.

Mujeres marginales

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20 de julio de 2019  
Por Lunettes Rouges






Anna Zemankova, Fleur électrique, 1960-65

Al principio del verano he visto varias exposiciones sobre el arte marginal; escribiré más tarde sobre Dubuffet en Marsella y sobre Photo Brut en Arles. Pero primero una exposición que vi en Viena (se acabó el 23 de junio) sobre las mujeres artistas marginales. Desde la entrada se preguntan: ¿existe una especificación femenina en el arte marginal? ¿existe una historia diferente, un estilo diferente, métodos diferentes? Cuando se sale de la exposición es evidente que se debe contestar que no a esas preguntas (excepto una que analizaré más abajo): sin hablar de las historias personales no hay diferencias, ni en las patologías creativas y las mitologías individuales, ni en los enfoques utilizados (el bordado, por ejemplo, no es exclusivamente un asunto de mujeres). 

Aloïse Corbaz, Dans le riche manteau du Bon-Enfant, 1941-1951, Solothurn

Esta exposición es sobre todo la ocasión para ver una gran cantidad de obras interesantes, a menudo desconocidas, pero es una pena que las hayan organizado de manera bastante absurda : los comisarios escogieron organizar la exposición en función de los coleccionistas y de las colecciones de las cuales proceden las obras (Dubuffet / Lausana, l’Aracine / Villeneuve d’Ascq, Navratil / Gugging, Morgenthaler / Berne, Prinzhorn / Heidelberg, ...), y no hicieron por consiguiente un análisis  de los coleccionistas y curadores (salvo, un poco, sobre Navratil). Parece que es una facilidad de presentación a no ser que se trate de una exigencia de los que prestaron las obras. Sólo algunas salas se desprenden de esta lógica y tienen un tema (Asia, las médiums, las « lobas solitarias »), pero en general sin profundizar mucho. Es una lástima, no solamente porque se puede encontrar a la misma artista en lugares diferentes (es el caso de Aloïse Corbaz, de Madge Gill de Judith Scott), sino sobre todo porque hubiéramos apreciado una presentación menos perezosa, según reflexiones más temáticas, ya sea sobre los temas tratados (la sexualidad, la identidad), sobre las patologías eventuales o sobre las técnicas utilizadas. 

Julia Krause-Harder, Nanotyrannus, 2013, Atelier Goldstein

Entonces hay que contentarse viendo las obras a lo largo de las salas (93 artistas de 22 países, 316 obras), y tengo que ahorrarles un informe fastidioso. Desde la entrada, un papel horizontal de diez metros de Aloïse Corbaz, sensual y colorido debajo de objetos envueltos suspendidos de Judith Scott al lado de un dinosaurio de plástico de Julia Krause-Harder, que he descubierto. 
 
Magali Herrera, No 1 émanation du livre de Jean Dubuffet, 1968, Lausanne


A lo largo de las salas, llama la atención, por ejemplo, la manera obsesiva de ocupar la hoja (Magali Herrera, Jill Gallieni),  hubiera sido interesante confrontarlas y analizarlas juntas. 
  
Yumiko Kawai, ST, 2005-2010, abcd

Rara vez vemos el arte marginal de Extremo Oriente, y la exposición presenta a algunas artistas chinas (Guo Fengyi) y japonesas (Yumiko Kawaiy sus telas sensuales). Pero uno se queda insatisfecho por la falta de contexto cultural, incluso religioso de las artistas, más allá de ciertos detalles (de estilo «ella se viste de rojo, color ritual, para pintar»).

Madame Favre, ST, 1880, gal. Henry Boxer

Entonces, a pesar de ciertas carencias (como Lindsay Caldicott), es una oportunidad para ver muchas obras a pesar de la mediocridad del propósito (tengo que reconocer que como el catálogo sólo estaba en alemán no pude ver realmente la calidad de los textos, que pueden realzar la calidad). Y por tanto, hay una sección en la cual se interrogan realmente sobre la cuestión femenina a través del tema de las médiums. En efecto, la proporción de mujeres médiums es elevada : la razón es porque en el siglo XIX (y aún en el XX), era impensable reconocer como artista a una mujer de un nivel social bajo (ya era difícil para las de nivel alto) y no estamos hablando de reconocimiento, únicamente de aceptación. Porque la mujer misma no es el artista creador, ella es simplemente un vehículo, una médium, a través de la cual se expresa un espíritu (masculino, obviamente), y ello puede dar lugar a cierta forma de legitimidad. No es entonces Madame Favre (de quien además no sabemos nada) quien dibuja tan delicadamente esos extraños personajes barbudos.as, desdoblados.as, es un espíritu el que guía su mano. 

Anna Zemankova, New Years’Greeting, 1 janvier 1977

No es Anna Zemankova quien crea estas composiciones suntuosas (arriba, y aquí encima, un collage) cuya sensualidad evoca Georgia O’Keefe, es una fuerza que se apodera de ella, un maligno súcubo que se expresa a través de ella (¿será solamente médium?). Y es esta la única sección que responde a su manera a la pregunta sobre la especificación femenina / feminista del arte marginal, al situar a esas mujeres en un contexto no solamente médico y estético sino también político y social. 

Fotos 2, 3, 5 & 7 del autor.

Messerschmidt y las cabezas que hablan

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21 de julio de 2019 por Lunettes Rouges 

(artículo original en francés, aquí)


Franz Xaver Messerschmidt, nueve cabezas de alabastro, estaño o plomo, 1771-1783, col. Belvedere

Había escrito largo sobre las cabezas de Franz Xaver Messerschmidt cuando las expusieron en el Louvre hace 8 años; para la exposición en el Belvedere en Viena (hasta el 18 de agosto) sobre Messerschmidt, Talking Heads, he vuelto a leer mi reseña y no tengo nada que agregar (únicamente quizás mencionar el reciente diagnóstico psiquiátrico sobre su caso, dystonie y psicosis). La exposición muestra además de una docena de cabezas de las dieciséis del Belvedere (nueve de ellas , aquí arriba, en cuadrado sobre una pared roja) las obras de diez artistas contemporáneos inspirados por Messerschmidt y que dialogan con él. 

Miriam Cahn, soldado, 17 y 21 de enero de 2012, óleo sobre tabla, 30x28cm

Como muy bien lo indica el comisario Axel Köhne en el catálogo, se trata de cabezas y no de caras, y la problemática es diferente que la de la obra de Belting por ejemplo: Messerschmidt era escultor no pintor, y la representación de la cabeza no se limita a las expresiones faciales, la cabeza es un volumen, con un peso y contiene un cerebro. Y aquí la mayoría de los artistas trabajan en dos dimensiones, cuadros, dibujos o fotos, y es quizás por ello que los lienzos de María Lassnig o las muy imitadoras de Mara Mattuschka, parecen no estar a la altura. En cambio, los cuadros trágicos y ansiosos de Miriam Cahn tienen una fuerza extraña. 

Anna Artaker, 48 cabezas del Museo Merkurov (según Kurt Kren), 2008/11, video

Las fotos estereoscópicas y el vídeo de Anna Artaker (a partir de las máscaras funerarias de Serge Merkurov, (por otro lado autor de este interesante alfabeto) y la película de Kurt Kren basada en las fotografías del test (controvertido) del psiquiatra Leopold Szondi se sitúan mejor en el corazón del interrogante angustioso sobre nuestra relación con la muerte y la locura ante Messerschmidt. 

Arnulf Rainer, Stones under the lip, 1975/76, fotografía sobredibujada, 60.4x47cm, col. Belvedere

El que más se acerca a Messerschmidt es sin duda Arnulf Rainer (junto con Douglas Gordon) : dice que estando harto de dibujar sus propios retratos fotográficos, descubrió las cabezas esculpidas hacia 1975, y se apropió por primera vez (luego lo hará con Leonardo, van Gogh, Rembrandt, Goya, ... y Miroslav Tichy) la obra de otro artista. Fotografía los moldeados de yeso de las cabezas y luego las dibuja reforzando los rasgos y exagerándolos. Esta revisita directa de la obra de Messerschmidt es aquí la más elocuente. 

Douglas Gordon, The Making of Monster, 1996, video

Desde la entrada nos acoge la mirada fija de Joseph Beuys (filmado por Lutz Mommartz, inmóvil y silencioso durante once minutos), vemos más lejos el rostro deformado de Bruce Nauman, las caras animadas de Toni Oursler (pero cuando visité no había sonido), pero, de esos «grandes nombres», el más pertinente y convincente es ciertamente Douglas Gordon : su Film noir (Fear) muestra en primer plano durante 17 largos minutos, cómo la ansiedad se va posicionando en su cara; The making of monster muestra al artista recubriendo su cara poco a poco con bandas adhesivas transparentes que le dan una nueva cara desfigurada. En fin, su obra 30 seconds test (que se apaga al cabo de treinta segundos y deja justo el tiempo necesario para leer) cuenta la historia del asesino Henri Languille : fue guillotinado y, justo después, un tal Dr Beaurieux, dirigiéndose a su cabeza francamente cortada, lo vio parpadear como respuesta. He aquí algo que conviene muy bien a esta exposición: Talking Heads, Blinking Heads. 


Maria Pötzl-Malikova, Franz Xaver Messerschmidt 1736-1783, Vienne, Belvédère Monographs & Catalogues razonados, n°4, 2015

Catálogo de calidad, bilingüe inglés alemán, con, además del texto de presentación del comisario Axel Kôhne, un interesante ensayo de Judith Elizabeth Weiss, sobre la fenomenología de la cabeza y de la cara, y una presentación histórica de las cabezas de Messerschmidt por Georg Lechner. Hice una locura, me compré el catálogo razonado del escultor, muy completo (430 páginas, 128 obras), con una monografía excelente de María Pötzl-Malikova. 

Foto 1 del autor. 

Kiki Smith, cuerpos, animales y religión

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22 de julio de 2019, por Lunettes Rouges 





Kiki Smith, Virgin Mary, 1992, cira pigmentada, etamina, madera sobre base de acero 171.5x66x38.6cm

Kiki Smith que, creo que no ha tenido una gran exposición en Francia, es objeto de una retrospectiva en el Belvedere en Viena (hasta el 15 de septiembre; la exposición viene de Munich y de Tampere). Se intitula (muy religiosamente) Procesión, y muestra su trabajo desde 1980, tanto esculturas grandes y pequeñas como dibujos, tapicerías y pinturas sobre vidrio. Desde el principio el cuerpo está omnipresente, un cuerpo femenino, ni erótico ni sensual, como es el caso de muchos otros escultores, sino al contrario, reventado, despellejado, en pedazos. Una vitrina con fragmentos, pies, cráneo, estómago, sistema urinario, caja torácica, podría evocar a Chen Zhen. Y luego, esta Virgen Maria a quien se le ha quitado la piel y que muestra músculos y cicatrices, cuerpo desnudo, frágil y deshecho, encarnación del dolor, mujer de quien cualquier dimensión celeste ha desaparecido. 


Kiki Smith, ST, 1995, papel, celulosa, crin 134x127x46cm, col. privada Atenas

Confrontada con el Sida, con las luchas por los derechos de la mujer y con las cuestiones de género y de identidad sexual, Kiki Smith representa mujeres en las antípodas de la «feminidad» convencional, que no son ni objetos de deseo ni de veneración. El cuerpo colgado en la pared, como crucificado, disimulado detrás de una cabellera de Magdalena, no se ofrece ni a la devoción ni a la concupiscencia. 

Kiki Smith, Lilith, 1994, bronce y vidrio, 84x70x48cm, MFA Boston

Le hace eco un poco más lejos, una Lilith, mujer fatal y maldita de ojos penetradores, demonio hebraico rebelde, que parece clavarse en el infierno. Otros cuerpos femeninos de nuevo desnudos, parecen nacer de una cierva y un lobo; y en la última sala, una especie de gabinete de curiosidades, esculturas pequeñas de pastora o diosa (en presentadores de vidrio que, curiosamente, tenían las etiquetas de una exposición precedente, Heracles y Centauro...). 
 
Kiki Smith, Puppet, 2000, papel nepalés, muselina, vidrio, 137.2×28.3×24.8cm

También esta muñeca de papel y muselina, colgada en la pared, con el hueco negro del pubis : Kiki Smith a la vez mostrando y ocultando la sexualidad, desprendiéndola de la mirada masculina y exponiéndola dentro de todo su misterio. 
 
Vista de la exposición Procession, Kiki Smith, Belvedere, Viena

A partir de 1990, al alejarse un poco del feminismo, se concentra más en la naturaleza, los animales, nuestra armonía con el mundo que nos rodea. En en suelo esculturas de cuervos muertos, a causa de los pesticidas (ST(Crows), 1995-2016), Águilas pintadas sobre vidrio (Dominion, 2012), y dibujos de 10 metros de una arca de Noé con sus animales fetiches, zorro, cierva y pavo real, todos amenazados por el hombre (Black Animal Drawing, 1996-98). 


Vue d’exposition Procession, Kiki Smith, Belvedere, Vienne

La influencia religiosa en su trabajo es evidente, el arte del Medioevo la inspira, varias de sus esculturas evocan estatuas medievales y, en el catálogo, Virginia Raguin la inscribe en esta historia de manera elocuente. Es igual con las doce grandes tapicerías en las paredes de las salas : más o menos figurativas, se sitúan entre sueño y realidad. Le fueron inspiradas por el Tapiz del Apocalipsis de Angers, de la que toma colores y movimiento, para transportarlas a su propio universo, en el cual, naturalmente Dios es una mujer. 
 
Kiki Smith, Sky, 2011, jacquard, 287×190.5cm

Es un viaje interior el que nos confía Kiki, para compartir la afirmación progresiva de su identidad. La diversidad de sus enfoques, corresponde bien con la complejidad de su relación con el mundo. 

Fotos 2, 3 & 4 del autor. 

Fallopia Japonica : invasión, colonización y depuración

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23 de julio de 2019 por Lunettes Rouges

(Artículo original en francés, aquí)


 
Vista de instalación, residencia Kultur Kontakt Austria (KKA), sala de exposición de la Cancillería Federal (BKA), junio 2019

En Viena, en una pequeña exposición, obras de algunos artistas en residencia en la Kultur Kontakt Austria, me llamó la atención (además de imágenes de Carla Cabanas, de quien hablaremos) una mesa con diferentes herramientas de jardinería, diferentes recortes de periódico, documentos y una planta en matero. Se trata de la Fallopia del Japón (fallopia japonica, Japanese knotweed). Esta bonita planta originaria del este asiático fue introducida en Europa por Philippe von Siebold hacia 1850, médico y naturalista de la Compañía de las Indias Orientales (además, su vida es una novela). Vagamente comestible y nectarífera, ha sido apreciada sobre todo como planta ornamental, hasta que se descubrió su carácter extremadamente invasor. Su crecimiento agresivo, su colonización de los territorios y su eliminación de plantas indígenas hicieron de esta planta venida de otra parte, a pesar de su belleza, una de las plantas más peligrosas para la ecología europea. Actualmente es prácticamente imposible erradicarla, aunque algunos países la hayan prohibido (el artículo de abajo, cuya foto es elocuente, habla de los subsidios para luchar contra esta «planta del horror» en una provincia neerlandesa).
 
Vista de instalación, residencia Kultur Kontakt Austria (KKA), sala de exposición de la Cancillería Federal (BKA), junio 2019

El artista, que ha realizado varios otros proyectos relacionados con las plantas (como éste o aquél) se interesa por la manera como los hombres interactúan fisicamente y metafóricamente con ellas, utiliza entonces esta historia para poner de relieve temas relacionados con la diferencia, el rechazo o la aceptación del otro. Naturalmente no deja insensible que el artista, Alaa Abu Asad, sea un palestino que vive en Países Bajos: lo que permite una lectura doble metafórica sobre la fallopia del Japón. Algunos preferirán una evocación de la inmigración hacia Palestina de los judíos europeos y de la manera como los indígenas fueron dominados y expulsados; otros al contrario verán un alusión a los inmigrantes árabes u otros invasores de Europa y al «gran reemplazamiento». Aunque podamos adivinar fácilmente en qué lado se sitúa el artista (y yo también), su habilidad para dejar abierta esta obra eminentemente política me gustó. 


Foto 2 del autor.

Kokoschka, el enfant terrible que se volvió conformista

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24 de julio de 2019, por Lunettes Rouges 


 
Oskar Kokoschka, Self-Portrait at the Easel, 1922, óleo sobre lienzo, 181.1×111.1cm, Leopold

Gustav Klimt murió (en 1918, a los 56 años). Koloman Moser murió (en 1918, a los 50 años). Egon Schiele murió (en 1918, a los 28 años). Richard Gerstl, el extraordinario y desconocido Richard Gerstl, (en unos meses podremos verlo aquí mismo), primer pintor desde Dürer que se pintó desnudo (antes de Schiele y antes de la primera, Olga Rozanova), se suicidó delante de su espejo (dos meses más tarde, en 1908, a los 25 años), víctima de Mme Schönberg. Oskar Kokoschka (contemporáneo de los dos últimos, nacido en 1886) es EL sobreviviente vienés. No murió de sus heridas de guerra; no se suicidó cuando Alma Malher (futura viuda de los cuatro artes) lo dejó, pero hizo hacer una muñeca erótica a su imagen, que metía en su cama y que lo acompañaba a la ópera y que decapitará luego de haberla ensuciado con vino (en 1947, en su primera monografía americana, le exige a la autora, Edith Hoffmann que no mencione este episodio). En la exposición, está, por cierto, la réplica grotesca de la muñeca hecha por Denis Savary en 2007. No, Kokoschka vivió hasta 1980 y siguió pintando. Hace un año, intitulé una reseña «Delacroix debió morir a los 40»: ¿qué decir de Kokoschka? ¿a los 38 cuando se va de Dresde? ¿a los 52 cuando huye de Praga? En todo caso, no más.
 
Oskar Kokoschka, Marianne, Maquis, The Second Front, 1942, óleo sobre lienzo, 63.5×76.2cm, Tate

Los cuadros de la segunda mitad de su vida fallan a su vez por la hechura y por el tema. Siempre fiel a lo figurativo y detestando la abstracción, Kokoschka abandona la nerviosidad vivaz de su juventud y pinta con gruesas pinceladas grasas y empastadas. Podemos admirar el «Bad Painting» cuando es la distracción pasajera de un Magritte o un Picabia, pero cuando se trata de la única vía que sigue el artista, se vuelve demasiado. 
 
Oskar Kokoschka, Theseus and Antiope (Abduction of Antiope), 1958-75, óleo sobre lienzo, 195x165cm, Fondation OK Vevey

Y ¿qué pinta? Paisajes banales, alegorías grandilocuentes, mitológicas y políticas (como las de aquí arriba), y muchos retratos. Kokoschka desea pintar a los grandes del mundo: Roosevelt contra un visado para los Estados Unidos, Churchill que hace que le digan que en el momento está muy ocupado con la guerra para ponerse a posar, Stalin a quien Kokoschka hace una declaración de lealtad en 1942, Gandhi, el Papa, Einstein, ninguno acepta. En esa línea de retratos « Paris-Match », se tiene que contentar con el presidente checo Tomas Mazarik (y obtiene la nacionalidad checa en gratitud), con el ex canciller Konrad Adenauer (retrato que preside en la oficina de Angela Merkel, únicamente desde que políticamente correcta quitó los dos extraordinarios Nolde) y con Golda Meir (en 1973). También pinta hombres de negocios, políticos, influyentes del arte y coleccionistas, en serie. Muy poca realidad psicológica en esos retratos mandados a hacer: ni nervios, ni corazón, ni consistencia. A diferencia de retratos anteriores. 
 
Oskar Kokoschka,Father Hirsch, 1909, óleo sobre lienzo, 70.5×62.5cm, Lentos Linz

Es por eso que las últimas salas de esta gran exposición en el Museo Leopold en Viena (termina el 8 de julio) son bastante tristes, se recorren añorando la riqueza y el esplendor de las primeras salas. ¿Qué pasó con el Kokoschka escandaloso, «el más indómito de todos», el enfant terrible que se pelaba la cabeza los días de furor, el «lacerador de almas»? ¿Qué pasó con el maravilloso ilustrador sensual de Dreaming Boys (aquí abajo) de la época de los Wiener Werksstäte? ¿Qué pasó con el pintor de mujeres-niñas apenas púberes, de pudor provocador (más abajo)? ¿Qué pasó con el dibujante de trazo seco y potente? ¿Qué pasó con el retratista del père Hirsch, terco y colérico como un van Gogh (aquí arriba)? ¿y el del morabito argelino, exótico y sin embargo tan presente (más abajo)? ¿Qué pasó con el pintor sensible de los dos niños jugando, lienzo «degenerado» que fue lacerado por un visitante de la Neue Galerie en 1924 (más abajo)? ¿Qué pasó con el amante loco por Alma?
 
Oskar Kokoschka, The Girl Li and I, 1907-08, hoja 8 de la serie The Dreaming Boys, litografía color, 24.5x30cm

Kokoschka se va de Austria en 1917 y no vuelve sino de vez en cuando, fue toda su vida un nómada, un migrante. Si en su estancia en Dresde (y su encuentro con los expresionistas alemanes, Nolde en particular) lo influenciaron visiblemente, parece en cambio que tuvo pocos contactos con las escenas artísticas de sus otras residencias, Praga, Londres o Suiza, para continuar  solitario su obstinado camino. 
 
Oskar Kokoschka, Standing Nude Girl, Left Hand on her Chin, 1907, lápiz y acuarela sobre papel de envolver, 44.9×31.5cm, Nordico Linz

Situado por los nazis en la categoría de artistas degenerados, Kokoschka fue toda su vida un antifascista (lo que no le impidió hacer el retrato de Ezra Pound en 1964). Pero describirlo como un «homo politicus» como lo hace Heinz Spielmann en el catálogo, es un poco exagerado, ya que fue ambivalente y oportunista, yendo de la apología del comunismo al apoyo de la democracia cristiana alemana y pasando por las declaraciones pro sionistas cuando fue a Israel en 1973.
 
Oskar Kokoschka, Children Playing, 1909, óleo sobre lienzo 72x108cm, Lehmbruck Duisburg

Kokoschka es (junto con Hundertwasser et Kubin) el único austriaco de primer plano entre 1918 y los años 60, cuando aparecen los accionistas vieneses, luego Arnulf Rainer y Erwin Wurm hoy. Podemos apreciar por supuesto el realismo de  Franz Sedlacek  o la singularidad barroca de Oscar Laske, pero no tienen la misma estatura. No hubo cubismo austriaco, no hubo abstracción austriaca, ni surrealismo. En esa curiosa burbuja al margen de las grandes corrientes artísticas durante 40 o 50 años, Kokoschka ocupó todo el espacio. 
 
Oskar Kokoschka, The Marabout Temacin (Sidi Ahmed ben Tijani), 1928,óleo sobre lienzo, 98.5×130.5cm, Fondation OK Vevey

El catálogo tiene buenas reproducciones pero los ensayos son demasiado fragmentados (por época o sobre su relación con Austria, su dimensión política, sus carnets, ...). Falta un texto más largo, más sintético. Ni el libro, ni la exposición ponen en entredicho los prejuicios de Kokoschka, como lo señala este crítico.

Jiří Hanke, documental y conceptual al mismo tiempo

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25 de julio de 2019, por Lunettes Rouges 


 
Jiří Hanke, Views from the Window of my Flat, 10/9/1981, 10h15

De 1971 a 2003, Jiří Hanke fue empleado en la Caja de Ahorros de Kladno, a 25 kilómetros de Praga en el 1960 Plaza Gottwald; trabajaba en el primer piso, tenia un apartamento de función en el segundo. Tomó la primera foto desde la ventana de su sala el 10 de septiembre de 1981 a las 10:15 am : estaban cortando los árboles enfrente de su casa lo que abría la vista. Ciento cuarenta y tres fotos más tarde (en todo caso es la selección), tomó la última el 10 de enero de 2013 a las 6:18 pm, veintiún años y cuatro meses después: a la luz de faros y encendedores, amigos fotógrafos lo despiden ya que se jubila y por lo tanto se va de su apartamento. Cuando fotografía, día tras día, Hanke, atento detrás de sus ventanas, vigila la calle y la captura; raras son las fotos que parece haber tomado desde su oficina, aparentemente cuando lo cautivaba una escena, la mayoría de las veces subía a su apartamento para enfocar y disparar. El ángulo de visión puede cambiar levemente pero todas las fotos se hacen con el mismo esquema, todo lo contrario de la fotografía en movimiento: un aparato prácticamente fijo frente al mismo paisaje (aunque el pavimento de la calle cambie, el kiosco sea destruido, los estacionamientos se vuelvan oblicuos, las estaciones pasen, la luz cambie y las hojas caigan).

 Jiří Hanke:, Views from the Window of my Flat, 3/10/1989, 16h40

Pues se trata del paso del tiempo, de la vista siempre idéntica y nunca igual: un trabajo conceptual, por supuesto, pero que no se interesa sino por el exterior: vemos rara vez el marco de la ventana o en interior del apartamento (al contrario de Sudek, de quien conocía la obra). Ha hecho un registro preciso de cada foto, día y hora; pero Hanke evita el rigor demasiado formal del conceptualismo y no fotografía regularmente sino cuando le gusta. 
 
Jiří Hanke, Views from the Window of my Flat, 12/7/1982, 18h20

Ante todo es un retrato de la calle, una descripción del lugar, una huella de sus modificaciones a través de las estaciones y los años. Es también un registro de lo que pasa en la calle: carros, coches, obras, peatones, desfiles. Vemos las piernas de un obrero pintando la fachada (3 de octubre de 1989 a las 4:40 pm), una pelea entre adolescentes (8 de junio de 1882 a las 11:30 am), una mujer agachada orinando al lado de un árbol (12 de julio de 1982 a las 6:20 pm), un accidentado en el suelo (15 de diciembre de 1999 a las 12 am), la policía vigilando (23 de abril de 1982 a las 11:30 am), una bandera roja que oscurece toda la vista (9 de mayo de 1983 a las 11:50 am), desfiles (3 de noviembre de 1983 de de las 2:08 am a las 2:40 am cuatro fotos y el 1 de mayo de 1986 de las 8:45 a las 9:05 am, cuatro fotos), una carrera ciclista (21 de junio de 1986 a las 12:30 pm), carros cubiertos de nieve (19 de marzo de 1982 a las 6:10 pm), seis hombres de frente y luego de espaldas (39 de mayo de 1987 a las 6:10 y 11 pm), y ningún mapache.

Jiří Hanke, Views from the Window of my Flat, 4/4/1997, 19h16

Es también una obra sobre la evolución de la sociedad: son años en los que Checoslovaquia cambia, pasa por periodos bien difíciles, luego se abre y se tranquiliza; son entonces momentos en los que la relación con el espacio público evoluciona. Sin embargo hay ninguna foto sobre la Revolución de Terciopelo. A partir de 1990 las fotos son menos vivaces, más atmosféricas, nieve y lluvia en lugar de gente (como la del 4 de abril de 1997 a las 7:16 pm). Se trata menos de un trabajo sobre la poesía de las cosas (como Sudek o Kertesz), que de un enfoque longitudinal, documental y conceptual al mismo tiempo y que sobrepasa esas categorías. Como escribe Flusser (justo antes de morir), se trata de un «punto de vista dominante a partir del cual un observador intenta tener su propia visión de la historia» sin puntos de vista impuestos y determinados por la opresión totalitaria, que lo perturben.  
 
Jiří Hanke, TV Image, 1992-1994

La obra de Jiří Hanke se expone hasta el 18 de agosto en la Galería de fotografía de Praga. También vemos otras series, las de la ciudad de Kladno y el barrio de Podpruhon, su transformación y sus habitantes, las de Paris y de Texas, la muy conocida sobre los padres y los hijos, y una pequeña serie sobre los televisores, que me llamó la atención: aparatos apagados, elemento central de la sala, a veces cubiertos de tela, también cuestionan el punto de vista, de la mirada, y de la dominación con la imagen. Cabe anotar el libro sobre la serie Vistas desde la ventana de mi apartamento, con algunos textos como el de Flusser. 
 
Milos Spurny, Disappearing Landscapes

Dos lugares dedicados a la fotografía en Praga se llaman Sudek pero ninguno muestra su obra: en el que fuera su taller (que no es sino una reconstrucción moderna después del incendio de aquel lugar mítico) hay fotografías diversas en una exposición «Imágenes y reflejos» que estaban montando cuando pasé. En la galería que lleva su nombre (en el edificio en donde vivía) las fotos del moravo Milos Spurny, botanista fotógrafo, que evoca la New Topography y descompone el paisaje hasta la abstracción a la manera de Giacomelli (hasta el 6 de octubre). 

Eva Kmentova, Hands, 1968

Para terminar, si usted está en Praga puede ir a ver si le apetece, el Museo Kampa: hay bastantes obras de Kupka y cosas interesantes para descubrir, como Zoltan Kemeny y Eva Kmentovam pero toda la presentación es una hagiografía aburridora de su fundadora e incluso las vigilantes le cantan a uno sus alabanzas en lugar de dejarlo tranquilo mirando las obras; ¿qué decir?

Foto n°3 del autor, de ahí su mala calidad 


La filosofía del desierto

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26 de julio de 2019 por Lunettes Rouges 




Driss Aroussi, Sisyphe, 2017-18, fotograma de vidéo

Si busca en un plano la dirección de la tarjeta de invitación, 143 calle del Desierto en Marsella verá que no existe. No es una dirección sino el nombre de la exposición en algún lugar alternativo de Marsella, la compañía, en donde no es la primera vez que veo exposiciones de calidad (hasta el 30 de septiembre, pero espere la reapertura el 28 de agosto). Tres historias franco magrebíes, tres historias de un lado y otro del Mediterráneo. El trabajo de Dalila Mahdjoub obre la inmigración, la colonización y lo cotidiano de los inmigrantes parece más clásico, sobre un tema tratado a menudo. Los dos otros artistas nos hablan de su desierto, el uno marroquí y el otro argelino. Y de su propósito, vídeos, fotos y textos nace una forma de melancolía pensativa, un distanciamiento extraño con nuestro universo y al mismo tiempo un interrogante, un cuestionamiento que solamente puede emerger cuando uno se encuentra lejísimos del mundo, ya sea en la alta montaña, en alta mar o aquí, en el desierto. 


Driss Aroussi, Sisyphe, 2017-18, fotograma de video

Driss Aroussi nos propone un vídeo intitulado, y qué filosófico, Sísifo: en un desierto pedrizo árido y desolado, un hombre rompe piedras todo el día; se le ven unas hormigas en las manos, un caballo que lo espera en la tarde, ninguna otra señal de vida. Comienza silencioso, concentrado, filmado lo más cerca, saca de la escueta cantera bloques que quiebra linealmente. Luego, aparece su voz en medio del soplo del viento y del choque de sus herramientas contra el suelo. Cuando descubre fósiles (una tortuga, quizás), los entierra de nuevo para que el tiempo los bonifique, para que el tiempo haga con ellos «buenas piedras». Nos cuenta la vida de las piedras, su inmortalidad, su inmutabilidad y nuestra pobre existencia humana en comparación. 

Driss Aroussi, Sisyphe, 2017-18, fotograma de video

De Driss Aroussi conocíamos sus fotos sobre los trabajadores de la construcción, las herramientas, la materialidad banal de lo cotidiano, que contaban el esfuerzo y también la belleza del azar compuesto. Al tomar algunos de esos temas, con este vídeo alcanza una especie de nueva poesía, una flotación con respecto a lo verdadero, no me atrevo a hablar de misticismo o de transcendencia que no aparecían antes sino de manera casi imperceptible (por ejemplo en sus esqueletos melancólicos). Conociendo también sus experimentaciones fotográficas, no nos sorprende ver también algunos polaroids algo mustios. 

Hassen Ferhani, Malika, 2019, fotograma de video

Si el personaje de Aroussi alcanza la sabiduría a través del esfuerzo, los del cineasta Hassen Ferhani lo logran a través del descanso. En la carretera de Tamanrasset, en medio de la nada, encontramos una parada-café para los camioneros. Es una choza sin nada, el árbol, que está delante es debilucho a causa del viento incesante; el gato pasa silencioso y Malika la encargada, no es mucho más habladora. Pero cada quien se detiene allí, para una pausa breve durante el largo trayecto, se toma un café o come algo rápido, cuenta algo, un chiste, un cuento. Es una comunidad en la cual siempre se conoce a alguien cercano al efímero pasante, un primo, un hermano. La anciana es el eje, guardiana del desierto, la única permanente e inmóvil, la única que resiste al tiempo. 

Hassen Ferhani, Malika, 2019, fotograma de video

Dos vídeos frente a frente, un diaporama de camioneros (con una foto incongruente de un tumba a la orilla del mar, fantasma o premonición), un tríptico fotográfico, pocas palabras y la tranquilidad del desierto. Una filosofía que podría parecer más epicúrea que la del quebrador de piedras, pero también una forma de tristeza revoltosa en su relación con el mundo, y así, la canción Yal Menfi (Ô toi le banni, sobre los argelinos deportados a Cayena y a Nueva Caledonia después del fracaso de la insurrección de 1871: «Díganle a mi madre que no llore»).

Se trata entonces, para cada uno, de un acercamiento a su propia realidad a través de un viaje hacia el extremo de sí mismo, que el artista sitúa bajo el amparo del sufismo del emir Abdelkader en su Livre des Haltes. He aquí lo que puede enseñarnos la frecuentación del desierto, y cómo ello nos conduce a ser más sensatos.

Fotos cortesía de los artistas. 



Frente a las paredes, de nuevo (Ernest Pignon-Ernest)

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27 de julio de 2019 por Lunettes Rouges



Ernest Pignon-Ernest, David y Goliat (según Caravage) con las cabezas cortadas de Caravaggio y de Pasolini, Nápoles, vico Seminario dei Nobili, 1990

Hace nueve años, sin haber podido ver la exposición de Ernest Pignon-Ernest en La Rochelle, simplemente había escrito sobre el libro que la acompañaba, no era un catálogo sino una compilación de textos de escritores, en general bastante conocidos y que hablaban de su obra. Releyendo el libro, que han vuelto a publicar con algunos textos e imágenes suplementarias para la exposición en el Palacio de los papas (que vi y se termina el 29 de febrero de 2020), me parece que mi reseña sigue siendo válida y por lo tanto no diré nada más sobre sus obras.  

Ernest Pignon-Ernest, Sudarios, cárcel Saint-Paul, Lyon, 2012


La exposición que se encuentra en la nave inmensa de la capilla mayor del Palacio, lo que le confiere, naturalmente, una dimensión solemne: sabemos que para el artista, el lugar en donde exponen una de sus serigrafías tiene una importancia primordial, sólo nos queda apreciar la armonía entre ciertas obras y la arquitectura en la cual son presentadas. La exposición está hecha con dibujos y serigrafías y también, con fotografías in situ. Pero hay demasiadas obras, una exposición más sencilla hubiera tenido más impacto, me parece. Además, los textos de la presentación son demasiado escuetos. Sin embargo es un conjunto espectacular y se ve desde la entrada, frente a los sudarios suspendidos de la prisión de San Pablo de Lyon reubicados aquí sobre las paredes del siglo XIV.

Ernest Pignon-Ernest, La Virgiliana, Naples, tumba de Virgilio, 1995

Espectáculo de la religión, espectáculo de la muerte, espectáculo del mundo. Y el lugar emblemático para ello es Nápoles, ciudad de furor y de placer, ciudad trágica y barroca, su lugar predilecto; en donde muestra napolitanas que encarnan toda la miseria y la esperanza del mundo, Parténope y Deméter, la Sibila de Cumas y Santa Lucia, algunas Madonas y esta impúdica que vuelve la cara y muestra su púbis como si lo quemara el fuego del deseo («la mujer con el fuego entre las piernas», escribe Jacques Henric), que estampa en la entrada misma de la tumba de Virgilio. 

Ernest Pignon-Ernest en Birwah, Mahmoud Darwish, 2009

Poetas, revoltosos, pregoneros: Rimbaud, Maïakoswki, Neruda, Artaud, Pasolini. Y Mahmoud Darwish de clásicas gafas, de quien dice «Nunca mis imágenes, habían dicho tanto al mismo tiempo, la fuerza de una presencia y de una ausencia», y las pega no solamente en Ramallah sino también en la pared de apartheid e incluso («devolviendo los hombres a su lugar, a su tierra», como dice Elias Sanbar) en Birwah (o Birwe), el pueblo natal de Darwish que demolieron en el momento de la depuración étnica de 1948 y que se convirtió en kibutz (y los habitantes del kibutz se apresuran a arrancar el cartel una vez que el artista da la espalda). 
[añadido el 27/7 a las 7 de la tarde: testimonio de Philippe Guiguet Bologne, que era entonces agregado cultural de Francia en Ramallah 
«¡la foto de Birwah la tomé yo! Ernest quería «pegar» su Darwish en el pueblo natal del poeta, en donde Israel no había querido que lo enterraran... entonces buscamos desesperadamente el pueblo natal para llevar su efigie: ¡el pueblo había sido destruido y reemplazado por un kibutz en donde criaban vacas! Pudimos entrar en el kibutz y no vimos a nadie, pegamos el retrato yacente sobre una piedra plana en un campo barbecho en la cima del compound y un retrato en el muro de una vieja casa en ruinas. Tuvimos que esperar mucho tiempo antes de que el portón (automático) se abriera para podernos ir... ¡debo confesar que estábamos preocupados! Meses más tarde oí decir que los habitantes del kibutz habían arrancado los retratos apenas nos fuimos. Ernest y yo somos los únicos testigos de esta aventura y es la primera vez que veo una huella de ello: una de las fotos que él me pidió que hiciera.]

Ernest Pignon-Ernest, La muerte de la Virgen y Antonietta, Nápoles, 1990, 1995 & 2002

Ernest-Pignon-Ernest con los Comuneros, con Maurice Audin, con Bertie Albrecht, con los inmigrantes, los negros sudafricanos, los prisioneros, los desplazados. Y también de manera menos directamente militante, con los libertinos del Decameron subiendo desnudos por las fachadas del Certaldo, con los músicos de Uzeste, con el Caravaggio y con Ingres. Y así continúan los lugares transformados, las imágenes que detienen la mirada de los transeúntes, los encuentros incongruentes como pequeños milagros, encuentros inesperados entre el chico de la Alcazaba y el matemático atormentado, entre el burgués tranquilo y el magrebí del tragaluz, entre las dos viejitas vendedoras en la calle de la Virgen muerta (y cuando muere una de las dos, Antonietta, él dibuja su retrato en el mismo lugar). Así surgen ecos inesperados.

Todas las fotos del autor 

Colección Lambert : santos, velos, y una pintora

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28 de julio de 2019 por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Vik Muniz, Imaginaria, 2018

De paso, algunas exposiciones de la colección Lambert en Avignon (hasta el 29 de septiembre). Primero, unos santos de gran formato de Vik Muniz, fotografías de pedazos de revistas o de catálogos que reconstruyen imágenes clásicas (Ribera, Vouet, Tiepolo, Reni, ...). Aquí arriba de izquierda a derecha: San Agustín según Philippe de Champaigne, Santa Teresa de Lisieux según una imagen piadosa, y San Pedro según Pompeo Batoni. Un arte sagrado contemporáneo de colores vivos, un trabajo cuyo interés reside en la doble visión, el conjunto y el detalle, y más allá del impacto visual no hay ninguna sorpresa. La sorpresa agradable vino de la guardiana de la sala, en armonía perfecta con Santa Rita de Cascia (la santa patrona de Yves Klein).  

Vik Muniz, Imaginaria, vista de la exposición, Avignon, 2019


La exposición sobre Basquiat (que Yvon Lambert expuso en Paris en 1988) es la oportunidad para ver un buen conjunto de su trabajo, incluso si el vínculo con Matisse, Picasso y Twombly razón de ser de la exposición, es bastante tenue.


Myriam Haddad, Silencio, 2018, 195x390cm

En cambio un bonito descubrimiento: la pintura de Myriam Haddad, recién diplomada de Bellas Artes de Paris. Personajes fantasmagóricos, bailes endiablados, colores impactantes y una sensación de  inquietud extraña: podemos citar a Ensor o Soutine, pero actualmente es tan raro ver pintores contemporáneos jóvenes de calidad (sobre todo porque unos días antes me había aterrado esta desastrosa exposición). Aquí arriba un tríptico: como no había catálogo, lo saqué de aquí

Catálogos Imaginaria de Vik Muniz, y Basquiat Remix, ediciones Actes Sud, recibidos en servicio de prensa.


Foto 2 del autor.

Dora Maar sorprendente

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29 de julio de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Dora Maar, composición, 1967

Dora Maar musa y víctima de Picasso, Dora Maar fotógrafa surrealista, Dora Maar que pasa de la fotografía, arte menor, a la pintura, bodegones y paisajes. Dora Maar beata, Dora Maar que se libra de la camisa de fuerza gracias al confesional (Lacan). Es verdad que todo esto es verdad, claro, todo eso se sabe y a menudo se ha repetido hasta saciedad. El interés de la gran exposición en Pompidou (se acabó el 29 de julio) es que no muestra sólo eso, sino la obra fotográfica del principio, fotos de moda clásicas y fotos sociales bastantes pintorescas. 

Dora Maar, ST, 1980

Y también el trabajo del final de su vida, lienzos abstractos inspirados en los vitrales de su iglesia (arriba), y una especie de convergencia entre pintura y fotografía: sus tintas en papel y sus fotografías abstractas son prácticamente indistinguibles. 

Arles 1 : Vista general y primeros flechazos

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30 de julio de 2019, por Lunettes Rouges 

(Artículo original en francés, aquí)


Davor Konjikusic, serie Aura F37, frontera serbio húngara, 2015-2017, toma con  aparato fotográfico térmico.

Este año los Encuentros de Arles están cumpliendo 50 años. Hubiéramos podido esperar una reflexión sobre la evolución de la fotografía y de la manera de exponer desde hace 50 años (pues en 50 años ¡han pasado muchas cosas!); hubiéramos podido esperar una mirada crítica sobre la evolución de los Encuentros, un análisis de las corrientes que en ellos se han desarrollado (y de aquellas que han sido excluidas), algunas estadísticas pertinentes sobre las fotografías mostradas (por nacionalidades, género, enfoque, incluso por estética), nos hubiera gustado que alguien se interesara un poco por la socio economía de la fotografía y de su impacto sobre los Encuentros (el mercantilismo, el costo de las exposiciones, el peso de las galerías). Esperábamos mucho y no obtuvimos gran cosa: algunas conmemoraciones flacuchas y anecdóticas dignas apenas de las páginas locales de un periódico de prensa regional cotidiana. Únicamente la exposición Clergue & Weston aportaba pálidamente una cosilla que podía contribuir en la reflexión sobre la historia de la fotografía en los últimos 50 años. 

Rosalie Parent, ST, 2019

Y si fueron negligentes hasta ese punto sobre la reflexión histórica, es sin duda porque todas las energías se movilizaron hacia el objetivo principal de esta edición, lo que tiene que quedar como su marca insigne, la paridad hombres-mujeres. Y es bueno que lo hayan logrado al fin, bajo presión, es verdad (fui uno de los primeros signatarios de la petición), y era indispensable. Desgraciadamente a veces tenemos la impresión de que este objetivo tuvo más importancia que la calidad de las exposiciones y que algunas personas fueron incluidas en el programa esencialmente a causa de su sexo, para poder alcanzar la cifra mágica del 50% (en realidad 47% me dicen); una china narcisista, una francesa cuya hora de gloria pasó hace tiempos, una griega kitsch, parecen estar ahí porque había que rellenar casillas sin que tengamos la impresión de percibir una calidad deslumbrante en sus trabajos (y para prevenir las críticas, también podemos aburrirnos de lo lindo con hombres que muestran casinos, pájaros, el Rhône o una montaña china). El peor aunque no entre en las estadísticas es el Premio Dior, que recompensa fotos sobre la belleza del rostro femenino, es todavía peor que el año pasado: salvo una excepción (la francesa Rosalie Parent, cuyos rostros se descomponen con los estratos del cartel), esas fotógrafas (casi todas mujeres) no hacen sino una fotografía glamur de base. 


Susan Meiselas fotografiando a Ginger, Carlisle, Pennsylvanie, 1975, ph. Cate Muther

Uno de los ejemplos más impactantes es el de la exposición femenina y feminista que yuxtapone a Susan Meiselas y a dos otras estadounidenses, en torno a sus libros que desafortunadamente no muestran. La serie de Meiselas sobre las mujeres que hacen estriptís en ferias es tan fuerte, tan precisa, da tal testimonio de una relación revolucionaria equilibrada entre fotógrafo y modelos, hay tal complicidad, tal contrato civil de fotografía, como dice Ariella Azoulay en otro contexto, que las banalidades de las dos otras fotógrafas, al lado, parecen vacías: sea cual fuere el interés militante, mostrar a Marilyn Monroe sin maquillaje o promover a través de la imagen el auto examen ginecológico no son exactamente, en términos de fotografía, actos feministas revolucionarios de peso ante Susan Meiselas. Pero, afortunadamente, también están Helen Levitt, Germaine Krull, Laurence Aëgerter, Krystina Dul, Randa Mirza, Annabel Aoun Blanco, Ouka Lele, y mujeres fotógrafas del Prix Découverte, de quienes hablaré próximamente. Contrapunto a esta apoteosis feminista, Tom Wood quien, es cierto que fotografía mujeres en la calle, pero no se preocupa por mencionar sus nombres, de 40 de las 42 fotos presentadas (sólo Rachel y Tracy tienen la fortuna de ser identificadas, y ni sus hijos ni sus hermanas están en la misma imagen): una reducción sintomática de la mujer a simple objeto fotográfico que no merece ni siquiera que la nombren, negando así su identidad. En resumen, el anti Meiselas. Pero aparentemente a nadie le chocó. 

Khalil Joreige & Joana Hadjithomas, serie Wonder Beirut, 1997-2006

En fin, uno de los otros elementos importantes de los Encuentros y de los cuales pocos han hablado, es, que por primera vez se entregaron tres becas de investigación en curaduría, una excelente iniciativa para mejorar el nivel, algunas veces bastante elemental de los comisarios aquí. En otra reseña volveré sobre la excelente exposición sobre la foto en RDA (curadora Sonia Voss); quiero decir unas palabras por una exposición bien hecha, bien pensada tanto estética como sociológicamente, sobre la tarjeta postal (comisarías Magali Nachtergael y Anne Reverseau): la tarjeta postal como visión estereotipada del mundo, como soporte de sueños y de fantasmas más o menos exóticos (incluso coloniales), con John Stezaker, las tarjetas quemadas de Wonder Beirut (Joreige et Hadjithomas), y un conjunto de Susan Hiller, magnifica lo vernáculo para hacer con ello un monumento a los artistas desconocidos; el único reproche es la instalación de Fredi Casco (se puede hacer mucho mejor con tarjetas QSL). 

Marcell Piti, Embajada de Israel en Paris, serie Les Bords de l’Europe, 2019, Google Street View

La tercera exposición galardonada con una beca en curaduría, es un conjunto bastante político y también poético, armado por el curador húngaro Istvan Viragvölgyi, sobre los muros en Europa, a partir de imágenes de todas las procedencias, foto periodistas, artistas,  testigos, militantes, los mismos migrantes, y se trata en su mayoría de muros físicos, clasificados aquí en muros de influencia, muros de segregación y muros de (contra) migraciones, y todos tienen como objetivo rechazar, excluir y encerrar. Se trata únicamente de fronteras terrestres europeas, entre las cuales el curador excluyó el muro del apartheid israelí y Frontex en el Mediterráneo (aunque estén incluidos Ceuta y Melilla), lo que hace que la mayoría de muros evocados aquí sean de relativa baja intensidad. Treinta años después de la caída de la cortina de hierro, un húngaro (cuyo país fue uno de los primeros en abrirse en 1989 y que es hoy uno de los más anti migrantes) nos muestra el resurgimiento de divisiones, clausuras, exclusiones. Las formas son siempre las mismas: concreto y púas, cámaras, detección electrónica, miradores; uno de los artistas el croata Davor Konjikusic, desvía esos medios al hacer imágenes con las cámaras térmicas, imágenes «operacionales» (arriba). Entre los muros llamados de influencia, muchos están en la frontera rusa con los estados vecinos, cada uno intenta protegerse de la influencia del otro. Los más antiguos están en Chipre entre griegos y turcos, y en Gibraltar. La exposición incluye los muros electrónicos y los que protegen las embajadas (a menudo prohibidos de fotografiar: aquí arriba, una imagen de Google Street View que el fotógrafo húngaro Marcell Piti retoma, con los policías que intentan intervenir). 

José Palazon, ST, Melilla, 22 de octubre de 2014

Los muros de segregación separan a las comunidades, católicas y protestantes en Irlanda del norte, pero sobre todo a los gitanos en Europa Central y Oriental. La hipocresía no tienen límites, esos muros que encierran a las comunidades romaníes son presentados como un medio para proteger a los niños del tráfico o una herramienta para favorecer la práctica del deporte y después los habitantes los distorsionan ya que los pintan y los decoran. 

Daniel Leal-Olivas, Refugees cross Russian-Norway border. Middle-Eastern families cross the Russian-Norway border along with bicycles as directed by Russian authorities, with the help of Norwegian authorities in Storskog. The border crossing has received a steady flow of refugees and migrants in the last months. Kirkenes, Norway. 22/10/2015

Los muros contra las migraciones son los que más presentes están en nuestras mentes. Además de Ceuta y Melilla (más arriba, foto terrible y tan simbólica de los migrantes y las jugadoras de golf por el militante José Palazon), y Calais, se trata sobre todo de las barreras en los Balcanes y Europa Central. Nos enteramos también de que existe una ruta de migración vía la frontera ruso noruega en el extremo norte de Europa: los rusos prohiben el paso a pie y los noruegos no autorizan fácilmente la entrada de automóviles, los migrantes pasan todos.... en bicicleta (aquí arriba, foto de Daniel Leal-Olivas).

Lukasz Skapski, Model for a reinforced border between Hunagry and Serbia, Serie The Clinch, New Architecture of European Borders, 2016/2017

La exposición se termina con unas bonitas maquetas pequeñas de muros, obra del polaco Daniel Leal-Olivas, como si estuviéramos en un salón comercial de la seguridad. Es una exposición documental muy bien hecha fruto de una búsqueda y de una reflexión de calidad. Sólo falta un catálogo (no hay sino un folleto pequeño de 20 páginas: sugiramos a los Encuentros que incluyan desde ahora la edición de un libro de las oportunas becas de curaduría.)



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